“Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos” (Mat. 14:14).

CAMINAR EN SUS ZAPATOS

martes 16 agosto, 2016

Lee Colosenses 3:12; 1 Pedro 3:8; y 1 Juan 3:17. ¿De qué forma podemos revelar esta compasión en nuestras vidas?

“Compasión” viene de la palabra latina compassio, que significa “sufrir con”. Al haber sufrido, podemos entender los sufrimientos de otros; y así como anhelamos compasión y simpatía en nuestro sufrimiento, debemos estar dispuestos a hacer lo mismo por otros en sus necesidades.

En la historia del buen samaritano, vimos que Jesús subrayó el ejemplo del samaritano y dijo: “Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia” (Luc. 10:33). Esta compasión impulsó al samaritano a actuar en favor de la víctima. El sacerdote y el levita se preguntaron: “Si ayudo a este hombre, ¿qué me sucederá?”; pero el samaritano, generosamente, tomó la perspectiva de la víctima, y actuó. Arriesgó su seguridad y su riqueza por un extraño. A veces, ser cristiano involucra riesgos, que hasta pueden ser muy costosos.

Considera la historia del hijo pródigo desde esta perspectiva (Luc. 15:20- 32). ¿Qué hizo el padre del pródigo, que lo convirtió en vulnerable a la crítica y a una contienda familiar? El abrazo compasivo, el manto de pertenencia, el anillo de la confianza, las sandalias de la libertad y el llamado a una celebración reflejan el gozo de un padre que sacrifica todo por la restauración de su hijo pródigo. Pródigo significa “derrochador, extravagante y sin controles”. Esta clase de conducta describe bien al hijo. Pero, detente y considera: en respuesta al regreso del pródigo, uno nota en esta historia que el padre pone a un lado su dignidad y le otorga todo lo que tiene a este hijo desgreñado. A los ojos del hermano mayor, el padre es derrochador, extravagante y sin control. El padre llega a ser el pródigo a los ojos de su hijo arrepentido, y su corazón compasivo usa todos los recursos necesarios para restaurarlo.

Este nivel de simpatía y compasión involucra poner el yo a un lado, puede hacernos vulnerables y sufrir con alguien mientras procuramos conseguir su restauración. Es decir, la verdadera compasión y simpatía puede tener un costo.

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