REAVIVAMIENTO Y REFORMA MIENTRAS ESPERAMOS
Lee 2 Pedro 3. Resume las enseñanzas de este capítulo que tienen que ver con el reavivamiento y la reforma. ¿En qué sentido esas enseñanzas se relacionan con el tema de este trimestre?
Dios desea que todos “demuestren arrepentimiento” (Mat. 3:8, NVI). Aunque no podemos hacer el trabajo del Espíritu Santo en llevar a la gente al arrepentimiento, debemos alcanzarla con el mensaje de salvación, que, si lo aceptan, llevará al arrepentimiento.
Nosotros también, como miembros de la iglesia, necesitamos tener una actitud de arrepentimiento. El arrepentimiento es parte del proceso de reavivamiento y reforma. Reavivamiento significa volver a la vida, renovarse, restaurarse. Reforma significa dar nueva forma, ser una creación nueva (2 Cor. 5:17). “La mayor y más urgente de todas nuestras necesidades es la de un reavivamiento de la verdadera piedad en nuestro medio. Procurarlo debería ser nuestra primera obra” (MS 1:141).
La sección de ayer, “cómo debemos esperar”, ilustra los resultados del reavivamiento y la reforma. Vemos que las diez vírgenes necesitaron ser reavivadas, despertadas del sueño (Mat. 25:1-13). Las vírgenes insensatas necesitaban más del Espíritu Santo en sus vidas. Cuando nos humillamos, morimos al yo, oramos sin egoísmo y estudiamos la Palabra de Dios, y la compartimos con amor a otros con hechos amantes, somos llenados con el Espíritu Santo, con el poder de la lluvia tardía. Sin embargo, es posible estudiar la Biblia y ser todavía una persona egoísta, o pedimos un reavivamiento y la lluvia tardía, pero los queremos solo para nosotros. El reavivamiento siempre conducirá a una preocupación abnegada por otros. Cuando estemos llenos del Espíritu Santo, seremos reformados en discípulos, centrados en la misión y el servicio.
Necesitamos reavivamiento y reforma en nuestras oraciones, en el estudio de la Biblia y en pedir el Espíritu Santo con la abundancia de la lluvia tardía. Pero, como iglesia, también necesitamos reavivamiento y reforma en nuestras actitudes y métodos, y en acciones hacia “los más pequeños”. Este fue el foco este trimestre.
¿De qué forma podemos protegernos contra la complacencia, y tener siempre ante nosotros la realidad y la urgencia del retorno del Señor?