“En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad” (Rom. 12:11-13).

MIENTRAS ESPERAMOS A JESÚS

domingo 18 septiembre, 2016

Los discípulos habían estado admirando la gloriosa escena de los rayos del sol que se reflejaban en el Templo. Jesús, queriendo concentrar su atención en la realidad que afrontaría a la iglesia cristiana en el futuro cercano, y al final del tiempo, los llevó a la realidad al decir: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada” (Mat. 24:2). Sorprendidos por su comentario, los discípulos preguntaron: “¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? (vers. 3). En Mateo 24:4 al 31, Jesús luego les dice las cosas que podrían ver desenvolverse en el mundo antes de que retornara.

Al revelar las señales, Jesús advierte: “Pero aún no es el fin” (vers. 6), y “todo esto será principio de dolores” (vers. 8). La respuesta directa a la pregunta de los discípulos aparece en el versículo 14: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”.

Los primeros 35 versículos de Mateo 24 nos motivan para tomar las señales en serio, pero Jesús también dice cómo hemos de esperar “el fin del mundo” (vers. 3, NVI). Es decir, no nos quedaremos sentados esperando su venida como nos sentaríamos a esperar en un ómnibus. No, se nos ha dado mucho para hacer mientras esperamos al Señor.

Lee Mateo 24:36 a 25:46. Cada una de estas parábolas habla acerca de lo que debemos hacer mientras esperamos a Jesús. Resume lo que el Señor nos dice aquí. Luego, debemos preguntarnos: ¿Cuán bien estamos siguiendo las instrucciones del Señor para nosotros en cada una de estas parábolas?

Jesús aquí exhorta a sus discípulos acerca de la manera en que sus seguidores esperarán su regreso. Durante este período, los discípulos de Jesús mostrarán amor, interés y respeto mutuo mientras esperan; estarán alerta, se prepararán de antemano y serán responsables por su propia condición espiritual. Multiplicarán los recursos que Dios ha puesto en sus manos, invertirán talentos y dinero en la causa de Dios, y se preocuparán por “los más pequeños”.

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