“En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad” (Rom. 12:11-13).

PREPARACIÓN PARA LA COSECHA FINAL MIENTRAS ESPERAMOS

miércoles 21 septiembre, 2016

Jesús usó el lenguaje de las granjas en su enseñanza acerca del Reino, como se indicó en la lección Nº 5. Como vimos, la agricultura no es meramente un evento; ¡es un proceso paciente! Es un ciclo repetido con regularidad, con diferentes etapas y tareas diferentes para personas diferentes, y en momentos diferentes. Necesitamos estar abiertos a la conducción del Espíritu Santo y a la providencia de Dios con respecto a cómo podemos ser usados por el Señor en el proceso de preparar el terreno, plantar las semillas y recoger la cosecha.

Lee Juan 4:35 al 38. ¿Qué clase de imágenes se usan allí, y cuál es el mensaje para nosotros con respecto al modo en que debemos trabajar por otros?

El hecho es que no conocemos el corazón de la gente. No sabemos cómo el Espíritu Santo estuvo trabajando en sus vidas. Podemos mirar a diversas personas y pensar que tienen mucho que andar antes de estar listas para ser cosechadas cuando, en realidad, todo lo que necesitan es alguien que las anime a hacer su compromiso con Jesús. Hay una batalla por el corazón y la mente de cada ser humano, y Dios nos está llamando para ayudar a la gente a elegirlo a él.

Lee 1 Corintios 3: 6 al 8. ¿Cuál es el mensaje para nosotros en el contexto de extendernos hacia otros?

A su manera, Pablo está diciendo aquí lo que Jesús dijo en el ejemplo anterior. La obra de alcanzar a otros es como la obra de un agricultor. No todos estaremos haciendo la misma tarea, pero esa obra todavía es una parte vital en el proceso de alcanzar y ganar almas. Y, aunque hemos de ser usados por Dios en diversas maneras, al fin solo es Dios el que puede producir la conversión de un alma.

¿De qué forma podemos aprender a ser agradecidos y humildes para realizar cualquier función que Dios nos haya dado al ministrar a otros? ¿Por qué realmente es un privilegio?

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