EL FIN
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Job 42:10-17; Génesis 4:8; Mateo 14:10; 1 Corintios 4:5; Daniel 2:44; Job 14:14, 15.
EN LAS CLASES DE REDACCIÓN, se enseña la importancia de que los textos tengan un buen final. En las obras de ficción, donde el contenido no es verídico pero debe ser verosímil, el autor necesita completar el trabajo con un final satisfactorio. Sin embargo, también en el caso de las no-ficciones es importante un buen final.
Y en la realidad, ¿qué ocurre? ¿Qué pasa en la vida misma, experimentada no en las páginas de una obra, sino en carne y hueso? ¿Qué sucede en nuestras propias historias? ¿Qué clase de final tenemos? Los cabos sueltos, ¿están unidos en forma agradable, como en una buena redacción?
Este no parece ser el caso. ¿Cómo es posible que nuestra historia termine bien si el final siempre es la muerte? En ese sentido, nunca tenemos finales felices, porque ¿es feliz una muerte?
Lo mismo es cierto en la historia de Job. Aunque, a menudo, se la presenta con teniendo un final feliz (en contraste con todo lo sufrido por Job), en realmente no lo es porque también esta historia termina con la muerte.
Esta semana, al iniciar nuestro estudio del libro de Job, comenzaremos por el final, pues plantea preguntas acerca de nuestro propio fin, no solo en esta tierra sino también en la eternidad.
Reavivados por su Palabra: Hoy, 1 Crón. 12 – Durante esta semana, PP cap. 33.