“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isa. 1:18).

EL FATÍDICO CANTO DE AMOR (ISA. 5:1–7)

jueves 31 diciembre, 2020

EL FATÍDICO CANTO DE AMOR (ISA. 5:1–7)

Lee el cántico en los versículos anteriores. ¿Cuál es el significado de esta parábola?

Dios explica el significado de la parábola recién al final, en el versículo 7. Al usar una parábola, ayuda al pueblo a verse objetivamente para admitir su verdadera condición. Dios efectivamente utilizó este enfoque con el rey David (ver 2 Sam. 12:1–13). Al llamarlo “canción de amor” (BLP), Dios revela desde el principio su motivación hacia su pueblo. Su relación con él emana de su carácter, que es amor (1 Juan 4:8). Él espera una respuesta de amor a cambio. Pero, en lugar de “uvas”, obtiene “uvas silvestres”, lo que significa, en hebreo, “cosas apestosas”.

¿Qué quiere decir el Señor en Isaías 5:4 con: “¿Qué más se podía hacer a mi viña, que yo no haya hecho en ella? ¿Cómo, esperando yo que diese uvas, ha dado uvas silvestres?”

Dios dice en los siguientes versículos: “Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Haré que quede desierta; no será podada ni cavada, y crecerán el cardo y los espinos; y aun a las nubes mandaré que no derramen lluvia sobre ella” (Isa. 5:5, 6).

Cuando pecamos, Dios no nos separa inmediatamente de él quitando su protección y destruyéndonos. Pacientemente nos da la oportunidad de aceptar el perdón (ver 2 Ped. 3:9). Él no deshecha a nadie que le responda. Él llama, siempre que haya esperanza para una respuesta. No acepta inmediatamente un No como respuesta, porque sabe que somos ignorantes y que estamos engañados por el pecado. Pero, si sus esfuerzos no llegan a ninguna parte con nosotros, finalmente reconoce nuestra decisión y nos permite seguir siendo como decidimos ser (ver Apoc. 22:11).

Si rechazamos persistentemente las súplicas de Dios mediante su Espíritu, finalmente podemos traspasar el punto de no retorno (Mat. 12:31, 32). Alejarse de Cristo es peligroso (Heb. 6:4–6). Es muy limitado lo que Dios puede hacer, porque respeta nuestra libre elección.

Retoma la idea que se encuentra en Isaías 5:4, sobre “¿Qué más se podía hacer a mi viña?” y contémplala a la luz de la Cruz, donde Dios se ofreció como sacrificio por nuestros pecados, pagando con su carne por nuestra violación a su Ley. ¿Qué más se podría haber hecho por nosotros que lo que hizo allí? ¿Cuánta seguridad de salvación nos da el meditar en la Cruz, que nos motiva a arrepentirnos y cambiar nuestras acciones?

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