“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isa. 1:18).

COMER O SER CONSUMIDO (ISA. 1:19–31)

miércoles 30 de diciembre, 2020

Lee Isaías 1:19 al 31. ¿Qué tema aparece aquí que se repite en toda la Biblia?

Observa la estructura lógica de Isaías 1:19 y 20: Si el pueblo decide estar dispuesto a obedecer a Dios, comerá el bien de la tierra (Isa. 1:19). Al contrario, si rechaza el ofrecimiento de perdón y restauración, y se rebela contra él, será consumido a espada (Isa. 1:20). La decisión es de ellos. Estos versículos, entonces, contienen una bendición y una maldición condicionales.

Isaías 1 reitera y aplica las palabras de Moisés registradas en Deuteronomio 30:19 y 20 en el momento en que se estableció el Pacto con la nación de Israel: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición”.

Considera esas palabras de Moisés. Fíjate que no hay término medio. Es vida o muerte, bendiciones o maldiciones. ¿Por qué crees que solo hay una de dos opciones para nosotros? ¿Por qué no puede haber algún tipo de transigencia?

Estas palabras de Moisés resumen la serie de advertencias, bendiciones y maldiciones que concluyen la articulación del Pacto en Deuteronomio 27 al 30 (comparar con Lev. 26). Los elementos de este pacto incluyen (1) el relato de lo que Dios había hecho por ellos, (2) las condiciones/estipulaciones (mandamientos) que deben observarse para que el Pacto se mantenga, (3) la referencia a testigos y (4) bendiciones y maldiciones para advertirle al pueblo qué pasaría si violaba las condiciones del Pacto.

Los eruditos descubrieron que estos elementos aparecen en el mismo orden en las alianzas políticas que comprenden a pueblos no israelitas, como los hititas. Por consiguiente, para establecer el Pacto divino con los israelitas, Dios utilizó una forma que ellos entenderían y les inculcaría con la mayor fuerza posible la naturaleza y las consecuencias de la relación mutuamente vinculante en la que decidían entrar. Los beneficios potenciales del Pacto eran asombrosos, pero si Israel infringía el acuerdo estarían peor que nunca.

En tu vida cristiana, ¿cómo has experimentado el principio de bendiciones y maldiciones que se menciona arriba?