“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isa. 1:18).

EL ARGUMENTO DEL PERDÓN (ISA. 1:18)

martes 29 de diciembre, 2020

Lee Isaías 1:18. Después de repasarlo varias veces, escribe lo que crees que el Señor está queriendo decir aquí (lea algunos versículos más para captar todo el contexto).

Dios expuso evidencias poderosas de que los judíos, los acusados, eran culpables de incumplimiento del contrato (Isa. 1:2–15), y les pide que se reformen (1:16, 17). Este llamado sugiere que hay esperanza. A fin de cuentas, ¿por qué instar a un criminal que merece ejecución a cambiar sus hábitos? ¿Cómo podría un prisionero en el corredor de la muerte “restitui[r] al agraviado, hace[r] justicia al huérfano, ampara[r] a la viuda” (NVI)? Pero, cuando Dios dice: “Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto” (Isa. 1:18, NTV), podemos comprender que el Señor aún trata de razonar con su pueblo, aún trata de hacer que se arrepienta y se aparte de sus malos caminos, no importa cuán degenerado se haya vuelto.

El Señor les dice que sus pecados “rojos” se volverán blancos. ¿Por qué los pecados son rojos? Porque el rojo es el color de la “sangre” (culpa de sangre), que cubre las manos del pueblo (Isa. 1:15). El “blanco”, al contrario, es el color de la pureza, la ausencia de culpa de sangre. Aquí, Dios les ofrece cambiarlos. Este es el tipo de lenguaje que el rey David usó cuando clamó a Dios que perdonara su pecado de tomar a Betsabé y exterminar a su esposo (lee Sal. 51:7, 14). ¡En Isaías 1:18, el argumento de Dios es un ofrecimiento para perdonar a su pueblo!

¿En qué medida el ofrecimiento de perdón de Dios sirve como argumento para que ellos cambien su modo de actuar? Compara Isaías 1:18 con 44:22.

Ahora vemos el propósito de las duras palabras de advertencia de Dios contra su pueblo: no son para rechazarlo sino para llevarlo de regreso a él. El ofrecimiento de perdón es el poderoso argumento que respalda su llamado para que el pueblo se purifique moralmente (Isa. 1:16, 17). El perdón hace posible que sean transformados por su poder. Aquí vemos la simiente del “Nuevo Pacto”, profetizado en Jeremías 31:31 al 34, en el que el perdón es la base de un corazón nuevo para una nueva relación con Dios. Comenzamos “en rojo”, debido a una deuda que nunca podremos pagar. Desde la humilde posición del reconocimiento de nuestra necesidad de perdón, estamos listos para aceptar todo lo que Dios tiene para darnos.