“En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo” (Isa. 6:1).

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

viernes 8 de enero, 2021

“Las prácticas inicuas habían llegado a prevalecer de tal manera entre todas las clases que los pocos que permanecían fieles a Dios estaban a menudo a punto de ceder al desaliento y la desesperación. Parecía como que el propósito de Dios para Israel estaba por fracasar, y que la nación rebelde habría de sufrir una suerte similar a la de Sodoma y Gomorra.

“Frente a tales condiciones, no es sorprendente que cuando Isaías fue llamado, durante el último año del reinado de Uzías, para que comunicase a Judá los mensajes de amonestación y reprensión que Dios le mandaba, quiso rehuir la responsabilidad. Sabía muy bien que encontraría una resistencia obstinada. Al comprender su propia incapacidad para hacer frente a la situación y al pensar en la terquedad e incredulidad del pueblo por el cual tendría que trabajar, su tarea le parecía desesperada. ¿Debía renunciar, descorazonado, a su misión y abandonar a Judá en su idolatría? ¿Habrían de gobernar la tierra los dioses de Nínive, en desafío del Rey de los cielos?” (PR 227, 228).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Si un escéptico o un ateo te desafiaran con la pregunta: “¿Cómo puedes demostrar que tu Dios tiene todo bajo control?”, ¿qué responderías?
  2. Si Dios tiene todo bajo control, ¿por qué sufren los inocentes? Isaías 1:19 y 20 ¿significa que en la vida actual se supone que solo a los que son fieles a Dios les suceden cosas buenas y solo a los que se rebelan les pasan cosas malas? Comparar con Job 1; 2; Salmo 37; 73. ¿Podemos conciliar nuestra interpretación del carácter de Dios con las cosas malas que le suceden a la gente? ¿Deberíamos conciliarlas?
  3. En Isaías 6, ¿por qué hay tantas conexiones con el Día de la Expiación? Considera el hecho de que en este día de juicio anual Dios purificaba a su pueblo limpiando el pecado de la gente leal (Lev. 16:30) y eliminando a los desleales (23:29, 30).

Resumen: En momentos de inseguridad, cuando la debilidad del liderazgo humano era lastimosamente obvia, Isaías recibió una gran visión del Líder supremo del Universo. Petrificado por su ineptitud pero purificado y fortalecido por la misericordia, Isaías estuvo dispuesto a seguir adelante como embajador de Dios ante un mundo hostil.