“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isa. 9:6).
NOBLE PRÍNCIPE DE PAZ
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Isaías 9:1–5; 9:6, 7; 9:8–10:34; 11; 12:1–6.
“El Dr. Robert Oppenheimer, quien supervisó la creación de la primera bomba atómica, compareció ante una Comisión del Congreso [de los Estados Unidos]. Le preguntaron si había alguna defensa a favor del arma. ‘Por supuesto’, respondió el gran físico. ‘Y es...’ El Dr. Oppenheimer echó un vistazo a la audiencia silenciosa y expectante, y dijo suavemente: ‘La paz’ ” (P. L. Tan, Encyclopedia of 7,700 Illustrations: Signs of the Times, p. 989).
Se calcula que, desde el comienzo de los registros históricos, el mundo estuvo completamente en paz solo un ocho por ciento del tiempo. Durante estos años, se han roto al menos ocho mil tratados (P. L. Tan, p. 987, adaptado). Durante el medio siglo posterior al final de la Primera Guerra Mundial, que se suponía que era la guerra para poner fin a todas las guerras, hubo dos minutos de paz por cada año de guerra.
En 1895, Alfred Nobel, el inventor de la dinamita, creó una fundación con el fin de establecer un premio para las personas que hacen una contribución sobresaliente a la paz (P. L. Tan, p. 988, adaptado). No obstante, en los últimos años, incluso algunos ganadores del Premio Nobel de la Paz han participado de violentos conflictos. Esta semana, leeremos sobre el único que puede brindar paz verdadera y eterna.