“Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!” (Isa. 40:9).

EL NACIMIENTO DE LA EVANGELIZACIÓN (ISA. 40:9-11)

martes 16 de febrero, 2021

¿Qué clase de evento se describe en Isaías 40:9 al 11?

Más adelante en Isaías aparece un mensajero de buenas noticias para Jerusalén (Isa. 41:27; 52:7). Pero, en Isaías 40:9 quien proclama desde un monte “¡Ved aquí al Dios vuestro!” es una anunciadora, un hecho que se evidencia en hebreo.

En el Salmo 68, David alaba a Dios porque él “hace habitar en familia a los desamparados; saca a los cautivos a prosperidad” (Sal. 68:6). Aunque estas palabras se aplican al Éxodo de la esclavitud en Egipto, Isaías usa las mismas ideas con referencia a la proclamación de un segundo “Éxodo”: el regreso del cautiverio babilónico.

En tanto, el Nuevo Testamento aplica Isaías 40:3 al 5 a Juan el Bautista, quien preparó el camino para Cristo, el Verbo eterno que llegó a ser la presencia del Señor encarnada entre su pueblo (Juan 1:14).

Aun antes que Juan, otros hablaron sobre las buenas nuevas de su Venida. Entre los primeros, estuvieron los ancianos Simeón y Ana, quienes conocieron al Niño Jesús cuando fue dedicado en el Templo (Luc. 2:25–38). Al igual que los mensajeros de Isaías, eran hombre y mujer. Simeón anhelaba la consolación de Israel en la forma del Mesías (Luc. 2:25, 26).

A la luz de la profecía de Isaías, no parece una coincidencia que Ana, una profetisa, fuera la primera en anunciar públicamente al pueblo de Jerusalén, en el monte del Templo, que el Señor había venido: “Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén” (Luc. 2:38). Este fue el nacimiento de la evangelización cristiana tal como la conocemos: la proclamación del evangelio, las buenas nuevas, de que Jesucristo vino a traer salvación. Posteriormente, Cristo confió a otra mujer, María Magdalena, la primicia de su triunfante resurrección (Juan 20:17, 18); lo que garantizaba que su misión evangélica en el planeta Tierra se había cumplido. ¡La carne es como la hierba, pero el Verbo divino que se hizo carne es eterno (ver Isa. 40:6-8)!

Examina Isaías 40:11. ¿Qué tipo de imágenes se presentan aquí? Escribe un párrafo sobre tu experiencia personal con Jesús como tu Pastor. ¿Por qué es bueno refrescar en tu mente la forma en que el Señor te ha guiado?