“Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!” (Isa. 40:9).
PRESENCIA, PALABRA Y OBRAS VIALES (ISA. 40:3-8)
¿Cómo recibe consuelo el pueblo de Dios? Isaías 40:1–8.
Un heraldo anónimo anuncia que Dios vendrá a revelar su gloria (Isa. 40:3–5). Otra voz proclama que, aunque los seres humanos son pasajeros como el follaje, “la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Isa. 40:8).
Después del exilio, el pueblo de Dios recuperó lo que había recibido en el monte Sinaí y que luego rechazó íntegramente mediante su apostasía, por lo que fue castigado: la presencia de Dios y su Palabra. Estos son los ingredientes básicos del pacto de Dios con Israel, que fueron consagrados en su Santuario en medio de ellos (Éxo. 25:8, 16). Debido a que ellos habían infringido su Palabra, Dios había abandonado su Templo (Eze. 9-11). Pero regresará. Su presencia y su Palabra eternamente confiable traen consuelo, liberación y esperanza.
¿Qué preparación se necesita para la venida del Señor? Isaías 40:3–5.
No es admisible que un rey se bambolee en un camino accidentado. Por lo tanto, su llegada es precedida por obras viales. ¡Especialmente si se trata del Rey de reyes! Su venida, aparentemente desde el este, donde ha estado en el exilio con su pueblo como un Santuario para ellos (Eze. 11:16), requería una reorganización importante del terreno. La construcción de una supercarretera literal y nivelada a través de las escarpadas colinas al este de Jerusalén hubiese sido titánica, incluso con dinamita y excavadoras. Dios es el único que puede hacer la obra; es él quien convierte “lo escabroso en llanura” (Isa. 42:16).
El Nuevo Testamento aplica explícitamente la profecía de Isaías a la obra vial espiritual realizada mediante la predicación de Juan el Bautista (Mat. 3:3). Su mensaje era: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (3:2) y el bautismo que practicaba era “de arrepentimiento para perdón de pecados” (1:4). Por lo tanto, la obra vial era el arrepentimiento, la disposición a alejarse del pecado, para recibir el consuelo del perdón y la presencia de Dios.
Lee atentamente Isaías 40:6 al 8. Tú, que eres efímero como la hierba, ¿qué esperanza puedes obtener de lo que dicen estos versículos? ¿Contra qué deberían advertirnos? ¿Dónde no deberíamos poner nuestra confianza?