“Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!” (Isa. 40:9).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, Profetas y reyes, “He ahí a vuestro Dios”, pp. 231-237. “En los tiempos de Isaías, la comprensión espiritual de la humanidad se hallaba oscurecida por un concepto erróneo acerca de Dios. Durante mucho tiempo Satanás había procurado inducir a los hombres a considerar a su Creador como autor del pecado, el sufrimiento y la muerte. Los que habían sido así engañados se imaginaban que Dios era duro y exigente. Lo veían como al acecho para denunciar y condenar, nunca dispuesto a recibir al pecador mientras hubiese una excusa legal para no ayudarlo. La ley de amor que rige el cielo había sido calumniada por el gran engañador y presentada como una restricción de la felicidad humana, un yugo gravoso del cual debían escapar gustosos. Declaraba que era imposible obedecer sus preceptos, y que los castigos por la transgresión se imponían arbitrariamente” (PR 231).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR
- Resume con tus palabras el mensaje de Isaías 40:12 al 31. Escríbelo usando imágenes modernas, como los descubrimientos científicos actuales que muestran aún más gráficamente el asombroso poder de nuestro Dios. Comparte tu resumen con la clase.
- La descripción que hace Isaías de la permanencia de la Palabra de Dios versus la frágil transitoriedad de la vida humana (Isa. 40:6–8) ¿en qué medida habla a tu miedo a la muerte? ¿Cómo se relaciona con tu esperanza de la resurrección (Job 19:25–27; Dan. 12:2; 1 Cor. 15:51–57; 1 Tes. 4:13–18)?
- Si nos tomamos en serio Isaías 40:12 al 31, ¿cómo podemos curarnos del orgullo y la arrogancia?
Resumen: Mediante Isaías, Dios llevó consuelo a los que habían estado sufriendo. Su tiempo de angustia había terminado y Dios estaba volviendo a ellos. En vez de desanimarse y confundirse, podían confiar en que Dios usaría su poder creador en su favor.