“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones” (Isa. 42:1).
ESPERANZA POR ANTICIPADO
El hecho de que Isaías predijera con precisión el nombre de Ciro inquieta a quienes no creen que los profetas reciben predicciones de Dios. Para afrontar la situación, aceptan la teoría de que otro profeta, un “segundo Isaías”, que vivió en la época de Ciro, escribió Isaías 40 al 66. Por lo tanto, el libro de Isaías está “serruchado en dos”, el mismo destino que tradicionalmente se cree que tuvo el profeta (ver Heb. 11:37).
Sin embargo, no hay testigos históricos de la existencia de un segundo “Isaías”. Si existió, sería extraño que la Biblia no lo mencionara, porque su mensaje es profundamente importante y su arte literario es fenomenal. Ni siquiera el manuscrito bíblico más antiguo, el pergamino de Isaías descubierto en Qumran, tiene alguna interrupción entre Isaías 39 y 40, que indicaría una transición a la obra de un nuevo autor.
El mensaje básico de Isaías es coherente a lo largo de su libro: confía en el Dios verdadero, incluido su Libertador mesiánico, no en otros poderes. Los eruditos enfatizan con razón el cambio de enfoque del período asirio, en Isaías 1 al 39, al período babilónico, en los capítulos 40 y posteriores. Pero hemos visto que Isaías capítulos 13, 14 y 39 ya prevén un cautiverio babilónico. Es cierto que Isaías 1 al 39 enfatiza el juicio, e Isaías 40 al 66 enfatiza la consolación. Pero, en los capítulos anteriores, la seguridad y el consuelo divinos son abundantes también, y los pasajes posteriores, como Isaías 42:18 al 25; 43:22 al 28; y 48:1 al 11, hablan de los juicios de Dios sobre Judá por abandonarlo. De hecho, las predicciones de Isaías del consuelo futuro implican sufrimiento en el ínterin.
Aunque la nación enfrentó una terrible calamidad debido a los pecados del pueblo, algunos no perdieron la esperanza. Se aferraron a las promesas de Dios, como las que se encuentran en Levítico 26:40 al 45. Lee los versículos cuidadosamente. Ponte en el lugar de los hebreos que sobrevivieron después de que Babilonia derrotara a la nación. ¿Qué esperanza podrías encontrar en estas palabras?
¿Qué principio espiritual ves obrando en esos versículos de Levítico? ¿Qué le está diciendo el Señor a Israel allí? ¿Cómo funciona el mismo principio en nuestra vida?