“Y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía” (Isa. 58:10).

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

viernes 12 de marzo, 2021

“Nadie puede practicar la verdadera benevolencia sin sacrificio. Solo mediante una vida sencilla, abnegada y de estricta economía podemos llevar a cabo la obra que nos ha sido señalada como representantes de Cristo. El orgullo y la ambición mundana deben ser desalojados de nuestro corazón. En todo nuestro trabajo ha de cumplirse el principio de la abnegación manifestado en la vida de Cristo. En las paredes de nuestras casas, en los cuadros, en los muebles, tenemos que leer esta inscripción: ‘A los pobres que no tienen hogar acoge en tu casa’. En nuestros roperos tenemos que ver escritas, como con el dedo de Dios, estas palabras: ‘Viste al desnudo’. En el comedor, en la mesa cargada de abundantes manjares, deberíamos ver trazada esta inscripción: ‘Comparte tu pan con el hambriento’ [ver Isa. 58:7]” (MC 157, 158).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Presta atención a la pregunta que Isaías hizo a la gente de su época: “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia?” (55:2). ¿En qué medida nosotros hacemos lo mismo, al trabajar por lo que no satisface? ¿Por qué es tan fácil caer en esa trampa?
  2. Si la abnegación, la benevolencia social y el sábado eran importantes en el Día de la Expiación en la época de Isaías, ¿son igualmente importantes en el Día de la Expiación del tiempo del fin (Dan. 8:14), en el cual la trompeta del Jubileo de Dios señalará la máxima libertad en la segunda venida de Cristo (1 Cor. 15:52; comparar con Lev. 25:9, 10)? Explica tu respuesta.
  3. En clase, abran un debate sobre el tema de guardar el sábado. ¿Qué crees que tenía en mente Isaías cuando dijo que deberíamos dejar de hacer nuestra voluntad en sábado y, al mismo tiempo, llamarlo “delicia” (Isa. 58:13)? ¿Cómo podemos armonizar las dos cosas? Ten en cuenta el contexto del pasaje completo de Isaías 58.

Resumen: En Isaías 55 y 58, el profeta hace un llamado a su pueblo para que renuncie a sus pensamientos y sus caminos y regrese a Dios, cuyo ideal para su felicidad es mucho más elevado que el de ellos. Perdona misericordiosamente y luego insiste en que los perdonados sean misericordiosos, en armonía con el espíritu del Día de la Expiación y el sábado, porque el don del perdón de Dios, si se lo recibe verdaderamente, transforma el corazón.