“Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento” (Isa. 60:3).

¿QUIÉN ES PERDONADO? (ISA. 59:15–21)

lunes 15 de marzo, 2021

Isaías 59 presenta un panorama alarmante del problema del pecado. Afortunadamente, la Biblia también presenta la esperanza de la redención.

Para comenzar, la primera pregunta es: ¿Cuántos de nosotros hemos pecado? La Biblia es inequívoca: todos. Por lo tanto, la redención no puede basarse en la falta de pecado; debe basarse en el perdón (Jer. 31:34). Pablo concuerda: todos pecaron (Rom. 3:9–20, 23); entonces, no puede haber distinción sobre esa base (Rom. 3:22). Los que son justificados pueden ser juzgados como justos únicamente porque reciben por fe el don de la justicia de Dios mediante el sacrificio de Cristo.

Lee Romanos 3:21 al 24. ¿Qué nos dicen estos versículos sobre cómo somos salvos? ¿Qué esperanza deberían darnos en el Juicio?

El factor decisivo en el Juicio es: ¿Quién recibió y sigue recibiendo el perdón por tener fe en Jesús?

Es cierto que somos juzgados por las obras, pero no en el sentido de que las obras nos salvan. Si fuese así, entonces la fe no sería necesaria (Rom. 4:14). Al contrario, nuestras obras revelan si realmente hemos sido salvados (Sant. 2:18).

¿Por qué las obras no pueden salvarnos, ya sea ahora o en el Juicio? Ver Romanos 3:20 y 23.

Es demasiado tarde para que las buenas obras, o la obediencia a la Ley, rediman a alguien. El propósito de la Ley en un mundo pecaminoso no es salvar sino señalar el pecado. En cambio, “la fe que obra por el amor” (Gál. 5:6), amor que el Espíritu de Dios derrama en el corazón (Rom. 5:5), demuestra que una persona tiene fe viva en Jesús (ver además Sant. 2:26).

Las obras son una expresión externa, la manifestación humana de una fe salvadora. Por lo tanto, una verdadera experiencia cristiana es aquella en la que la fe se expresa en un compromiso diario con el Señor, que a su vez se revela mediante la obediencia a la Ley. En el Juicio, Dios se vale de las obras como evidencias para sus criaturas que no pueden leer los pensamientos de fe como él.