“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá” (Jer. 31:31).
EL NUEVO PACTO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Jeremías 31:31–34; Mateo 5:17–28; Oseas 2:18–20; Isaías 56:6, 7; Hebreos 8:7, 8; 10:4; Mateo 27:51.
Hace años, una revista mostraba la caricatura de un empresario que estaba en una oficina frente a un grupo de otros ejecutivos. Sostenía una caja de detergente en las manos y se la mostraba a los demás. Señalaba con orgullo la palabra Nuevo, que aparecía en grandes letras rojas en la caja; lo que implicaba, por supuesto, que el producto era nuevo. El ejecutivo, luego, dijo: “Lo que es nuevo en la caja es la palabra ‘Nuevo’ ”. En otras palabras, todo lo que cambiaba, todo lo nuevo, simplemente era la palabra Nuevo en la caja. Todo lo demás era igual que siempre.
En cierto sentido, se podría decir que el Nuevo Pacto es así. La base del Pacto, la esperanza básica que tiene para nosotros, las condiciones básicas, son las mismas que se encuentran en el Antiguo Pacto. Siempre ha sido un pacto de la gracia y la misericordia de Dios; un pacto basado en un amor que trasciende las debilidades y las derrotas humanas.
Reseña de la semana: ¿Qué paralelismos existen entre el Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto? ¿Qué papel juega la Ley en el Pacto? ¿Con quiénes se hicieron los pactos? ¿Qué quiere decir el libro de Hebreos con un “mejor pacto”? (Heb. 8:6). ¿Qué relación hay entre el Pacto y el Santuario celestial?