“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá” (Jer. 31:31).

HE AQUÍ, VIENEN LOS DÍAS...

domingo 30 de mayo, 2021

Lee Jeremías 31:31 al 34 y responde las siguientes preguntas:

1. ¿Quién promueve el Pacto?

2. ¿De quién es la ley de la que se habla aquí? ¿Qué ley es esta?

3. ¿Qué versículos enfatizan el aspecto relacional que Dios quiere mantener con su pueblo?

4. ¿Qué acto de Dios en favor de su pueblo forma la base de esa relación de pacto?

Es evidente: el Nuevo Pacto no es algo muy diferente del Antiguo Pacto hecho con Israel en el monte Sinaí. De hecho, el problema con el pacto del Sinaí no era que fuera antiguo o anticuado; el problema era que se había roto (ver Jer. 31:32).

Las respuestas a las preguntas anteriores, que se encuentran en esos cuatro versículos, prueban que muchas facetas del “Antiguo Pacto” siguen estando en el Nuevo. El “Nuevo Pacto” es, en cierto sentido, un “pacto renovado”. Es la culminación o el cumplimiento del primero.

Concéntrate en la última parte de Jeremías 31:34, en la que el Señor afirma que perdonará la maldad y el pecado de su pueblo. Aunque el Señor dice que escribirá la Ley en nuestro corazón y la colocará dentro de nosotros, todavía enfatiza que perdonará nuestro pecado e iniquidad, que violan la Ley escrita en el corazón. ¿Ves alguna contradicción o tensión entre estas ideas? ¿Por qué? ¿Qué significa, como dice Romanos 2:15, tener la Ley escrita en el corazón? (Mat. 5:17-28).

¿Cómo podrías usar los versículos de hoy para responder el argumento de que, de alguna manera, los Diez Mandamientos (o, específicamente, el sábado) ahora quedan anulados bajo el Nuevo Pacto? ¿Hay algo en esos pasajes que indique ese argumento? En todo caso, ¿cómo se pueden usar esos versículos para probar la perpetuidad de la Ley?