“Por eso Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna prometida” (Heb. 9:15, NVI).
RELACIONES
“Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará; y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo” (Lev. 26:11, 12).
Hay un tema que debería quedar en claro a estas alturas: tanto en el Antiguo Pacto como en el Nuevo Pacto, el Señor busca una relación cercana y amorosa con su pueblo. De hecho, los pactos básicamente ayudan a estipular, a formar (a falta de una palabra más apropiada) las “reglas” para esa relación.
La relación es esencial para el pacto en cualquier momento o contexto. Sin embargo, para que exista una relación, es necesario que haya interacción, comunicación y contacto, especialmente para los seres humanos pecadores, falibles y dubitativos. Por supuesto, sabiendo esto, el Señor tomó la iniciativa para asegurarse de que él se manifestaría de tal manera que nosotros, dentro de los confines de la humanidad caída, pudiéramos relacionarnos con él de una manera eficaz.
Lee Éxodo 25:8: el mandato del Señor a Israel de construir un Santuario. ¿Qué razones da el Señor para desear que ellos hicieran esto?
La respuesta a esta pregunta, por supuesto, plantea otra interrogación, y es ¿por qué? ¿Por qué quiere el Señor morar en medio de su pueblo?
Tal vez podríamos encontrar la verdad en los dos versículos de hoy, mencionados anteriormente. Fíjate, el Señor “pondr[á su] morada” (o “habitará”) entre ellos; luego dice que no los “abominará”. Además, asegura que “andar[á]” entre ellos y será su Dios, y ellos serán su pueblo (Lev. 26:11, 12). Observa los elementos que se encuentran en estos versículos. Nuevamente, el aspecto relacional se manifiesta con mucha claridad.
Tómate unos minutos: desmenuza Levítico 26:11 y 12, y Éxodo 25:8. Toma nota de cómo encajan los diferentes elementos con la noción de que el Señor busca una relación con su pueblo.
Concéntrate específicamente en la frase en que el Señor dice: “Mi alma no os abominará”. ¿Qué tiene el Santuario en sí que brinda los medios por los que el Señor puede aceptar a la humanidad caída y pecadora, y por qué eso es tan importante para el proceso de formación de un pacto?