“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
LA VIDA DEL NUEVO PACTO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 1 Juan 1:4; Juan 5:24; Romanos 3:24, 25; 2 Corintios 5:21; 1 Juan 4:16; Apocalipsis 2:11; 20:6, 14; 21:8.
Este trimestre ha sido un estudio sobre el Pacto, que (para reducirlo a su forma más simple y pura) es, básicamente, Dios que te dice: Así es como te salvaré del pecado, punto. Aunque el resultado, la gran final de la promesa del Pacto, es, por supuesto, la vida eterna en un mundo renovado, no tenemos que esperar hasta recibirla para disfrutar hoy de las bendiciones del Pacto. El Señor se preocupa por nuestra vida ahora. Quiere lo mejor para nosotros ahora. El Pacto no es un trato en el que haces esto, eso y aquello, y luego, a largo plazo, obtendrás tu recompensa. Las recompensas, los dones: estas son bendiciones que quienes por fe entablan la relación de pacto pueden disfrutar aquí y ahora.
La lección de esta semana analiza algunas de estas bendiciones inmediatas, algunas de las promesas que provienen de la gracia de Dios, derramada en nuestro corazón porque, cuando oímos que llamaba, le abrimos la puerta.
Reseña de la semana: ¿Por qué deberíamos sentir gozo? ¿Sobre qué base podemos reclamar esa promesa? ¿Qué tiene el Pacto que debería librarnos del peso de la culpa? ¿Qué significa tener un corazón nuevo?