“Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo” (Sal. 84:2).

“ERRANTE Y EXTRANJERO”

jueves 1 de julio, 2021

Lee Génesis 4:1 al 12. ¿Qué hizo de Caín un “errante y extranjero” (Gén. 4:12) en la Tierra?

El texto bíblico no indica explícitamente por qué Dios aceptó a Abel y su ofrenda pero no “miró con agrado” a Caín ni su ofrenda (Gén. 4:4, 5). Pero nosotros sabemos por qué. “Caín se presentó a Dios con murmuración y escepticismo en el corazón tocante al sacrificio prometido y a la necesidad de ofrendas expiatorias. Su ofrenda no expresó arrepentimiento por el pecado. Sentía, como muchos sienten hoy, que seguir exactamente el plan indicado por Dios y confiar plenamente en la Expiación del Salvador prometido para su salvación sería reconocer su debilidad. Prefirió depender de sí mismo. Se presentaría confiando en sus propios méritos” (PP 59).

Cuando Dios dijo que Caín sería “errante y extranjero” en la Tierra, no es que Dios lo haya decidido así; más bien, eso sucedió como resultado de sus actos pecaminosos y su desobediencia. Al no encontrar descanso en Dios, Caín descubrió que no podía hallar verdadero descanso de ninguna otra forma.

La palabra hebrea traducida como “mirar con agrado” (Gén. 4:4) también podría traducirse como “mirar de cerca, considerar cuidadosamente”. El énfasis de la mirada cuidadosa y cercana de Dios no está tanto en la ofrenda sino, más bien, en la actitud del oferente. El rechazo de Dios a la ofrenda del fruto de Caín no es una reacción arbitraria de un Dios caprichoso. Más bien, describe el proceso de considerar y sopesar cuidadosamente el carácter, las actitudes y las motivaciones de quien trae la ofrenda. Este es un buen ejemplo de Juicio Investigador.

Lee Génesis 4:13 al 17 y describe la reacción de Caín al juicio de Dios.

Cuando tratamos de huir de la presencia de Dios, nos inquietamos. Tratamos de llenar el anhelo de la gracia divina con cosas, relaciones humanas o una vida demasiado ocupada. Caín comenzó a construir una dinastía y una ciudad. Ambos son grandes logros, y hablan de determinación y energía; pero, si se trata de una dinastía impía y una ciudad rebelde, en última instancia no llegarán a nada.

Incluso si terminamos sufriendo las consecuencias de nuestros pecados, como suele pasar, ¿cómo podemos aprender a aceptar el perdón que se nos ofrece mediante la Cruz?