“Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Gén. 2:3).
PRELUDIO DEL DESCANSO
Dios estuvo allí en el principio. El Señor Dios habló, y existió. La luz divide el día de la noche; el firmamento, el cielo y los mares llegaron a la existencia en el segundo día; la tierra seca y la vegetación llegan al tercer día. Dios forma el contexto básico del tiempo y la geografía, y luego lo completa durante los tres días siguientes. Las lumbreras gobiernan el cielo de día y de noche. A diferencia de las historias de la mayoría de las culturas antiguas, el relato bíblico de la Creación deja muy en claro que ni el Sol, ni la Luna ni las estrellas son deidades. Entran en escena recién al cuarto día y están sujetos a la palabra del Creador.
La descripción que Moisés hace del quinto y el sexto días (Gén. 1:20-31) está llena de vida y belleza. Aves, peces, animales terrestres, todos ocupan el espacio preparado por Dios.
¿Qué indica la evaluación de Dios sobre la Creación? Lee Génesis 1:1 al 31.
Este no es simplemente un espacio cualquiera que Dios ha creado; es un lugar perfecto. Numerosas criaturas llenan la Tierra. Como el estribillo de una melodía pegadiza, Dios sigue diciendo que fue “bueno” después de cada día.
La creación de la humanidad ¿en qué se diferencia del resto del mundo creado? Lee Génesis 1:26, 27; 2:7, 21–24.
Dios se inclina y comienza a dar forma al barro. La creación de la humanidad a imagen y semejanza de Dios es una lección objetiva de intimidad y cercanía. Dios se inclina y sopla vida en la nariz de Adán, y este se convierte en un ser viviente. La creación especial de Eva de la costilla de Adán agrega otro elemento importante a la semana de la Creación. El matrimonio es parte del diseño de Dios para la humanidad: una sociedad sagrada de compañerismo entre ’ish e ’ishshah, “hombre” y “mujer”.
En esta ocasión, cuando Dios contempla todo lo que hizo en el sexto día, el estribillo suena diferente: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Gén. 1:31, énfasis añadido).
Plantéate cuán radicalmente diferente es la historia bíblica de la Creación de lo que enseña la humanidad sin la orientación de la Palabra de Dios. ¿Qué debería decirnos esto acerca de cuánto necesitamos depender de la Palabra de Dios para comprender la verdad?