“Seis días se trabajará, mas el séptimo día será de reposo, santa convocación; ningún trabajo haréis; día de reposo es de Jehová en dondequiera que habitéis” (Lev. 23:3).
LA SEÑAL DE QUE PERTENECEMOS A DIOS
Durante la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra esperaba una inminente invasión del ejército alemán. Se hicieron preparativos para defender la isla lo más posible. Se instalaron fortificaciones adicionales a lo largo de las playas. Las carreteras, por supuesto, ofrecerían al enemigo las rutas más rápidas hacia sus objetivos, y en consecuencia se instalaron bloqueos en puntos estratégicos. Entonces, las autoridades inglesas hicieron algo extraño. Para frenar y confundir al enemigo, se quitaron las señales de ferrocarril y se quitaron las señales de tráfico. Los marcadores grabados en piedra o en los edificios no se podían quitar, pero estaban cubiertos con cemento.
Las señales son importantes. Sirven como marcadores y guías. En la era anterior al GPS, todos teníamos mapas y buscábamos señales.
¿De qué cosa es señal el sábado? Lee Éxodo 31:13, 16 y 17. ¿De qué manera podemos aplicar lo que se dice aquí a nosotros mismos, hoy, siendo personas que creen en la perpetuidad de la Ley de Dios?
Aunque estas palabras fueron pronunciadas específicamente para el antiguo Israel, nosotros, que somos de Cristo, somos “linaje de Abraham” y “herederos según la promesa” (Gál. 3:29), y el día de reposo hoy continúa siendo una señal entre Dios y su pueblo. Éxodo 31 subraya que el sábado es una señal del Pacto perpetuo (o eterno) de Dios (Éxo. 31:16, 17). Esta señal nos ayuda a “conocer” a nuestro Creador, Redentor y Santificador. Es como una bandera que se levanta cada siete días y funciona como algo que nos ayuda a recordar, ya que tendemos a olvidar.
El sábado de Dios es un recordatorio constante de nuestros orígenes, nuestra liberación, nuestro destino y nuestra responsabilidad hacia los parias y marginados. De hecho, el día de reposo es tan importante que, en lugar de que nosotros vayamos a él, él sale a nuestro encuentro, todas las semanas y sin excepción, como un recordatorio perpetuo de quiénes somos, quién nos hizo, qué está haciendo, y lo que finalmente hará por nosotros cuando haga un cielo nuevo y una Tierra Nueva.
Un Dios santo invita a sus colaboradores humanos del Pacto a considerar el ritmo que gobierna lo que realmente cuenta: la relación salvífica entre el Creador y Redentor y su Creación rebelde. Cada semana, y con la fuerza y la autoridad que vienen de Dios, se nos ordena entrar en el reposo que recibimos gratuitamente en Cristo Jesús, “el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz” (Heb. 12:2).
¿Cómo puedes aprender a tener una experiencia más profunda con Dios durante el sábado?