“Y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (1 Cor. 10:3, 4).

EL MINISTERIO DE MOISÉS

domingo 3 de octubre, 2021

En toda la Biblia se siente la presencia de Moisés. Y, aunque no se lo menciona hasta Éxodo 2:2, él escribió el libro de Génesis, la narración autoritativa y fundamental de Dios sobre quiénes somos, cómo llegamos aquí, por qué las cosas están tan mal y, aun así, por qué podemos tener esperanza de todos modos. La Creación, la Caída, la promesa de redención, el Diluvio, Abraham, el evangelio, todos tienen sus raíces en Génesis, y su autor fue el profeta Moisés. Es difícil medir adecuadamente la influencia que este hombre, para nada perfecto, pudo ejercer para Dios porque amaba al Señor y quería servirlo.

Lee Éxodo 32:29 al 32, que registra la conversación entre el Señor y Moisés después del terrible pecado del becerro de oro. ¿Qué percepción nos da esta historia sobre el carácter de Moisés y por qué, a pesar de los defectos que tuvo, el Señor pudo usarlo de una manera tan poderosa?

Aunque Moisés no tuvo nada que ver con el pecado del pueblo, trató de interceder por este pueblo pecador, e incluso estuvo dispuesto a perder su alma por ellos. Curiosamente, en Éxodo 32:32, cuando Moisés le pide a Dios que “perdone” sus pecados, el verbo en realidad significa “cargar”. Por lo tanto, Moisés, al entender la gravedad del pecado y lo que se necesitaba para expiarlo, le pidió a Dios que “cargara” con el pecado de ellos. Y eso se debe a que esta es la única manera –en última instancia– en que cualquier pecado puede llegar a ser perdonado.

Por lo tanto, al principio de la Biblia tenemos una poderosa expresión de sustitución, en la que Dios mismo en la persona de Jesús llevará sobre sí todo el peso y el castigo de nuestro pecado; el camino predeterminado de Dios para la salvación de la humanidad mientras permanezca fiel a los principios de su gobierno y su Ley.

De hecho, muchos siglos después, Pedro escribió acerca de Jesús: “Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Ped. 2:24).

Mientras tanto, lo que vemos en esta historia de Moisés y su reacción ante el pecado del pueblo es a Moisés en el papel de intercesor en favor de un pueblo caído y pecador, un precursor de lo que Jesús también haría por nosotros (ver Heb. 7:25).

¿Dispuesto a perder su propia alma por su pueblo? Reflexiona en las implicaciones de esas palabras. ¿Qué podemos aprender de ellas sobre lo que significa amar verdaderamente a los demás?