“Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti” (Gén. 17:7).
OTRAS IMÁGENES
Los eruditos bíblicos han reconocido durante mucho tiempo las similitudes entre el Pacto de Israel con Dios y otros acuerdos pactuales entre los reinos de la antigüedad. Este paralelismo no debería sorprendernos. El Señor simplemente estaba trabajando con su pueblo en un contexto que ellos pudieran entender.
Al mismo tiempo, la noción de un pacto –un acuerdo legal entre dos partes, con reglas, estipulaciones y regulaciones– puede parecer demasiado fría y formal. Aunque ese elemento por cierto debe existir (Dios es el Legislador), no es lo suficientemente amplio como para abarcar la profundidad y la amplitud del tipo de relación que Dios quería con su pueblo. Por lo tanto, Deuteronomio utiliza otras imágenes que ayudan a retratar la misma idea que el Pacto entre Dios e Israel, pero solo para darle dimensiones adicionales.
Lee Deuteronomio 8:5; 14:1; y 32:6 y 18 al 20. ¿Qué tipo de imágenes se utilizan aquí, y cómo podría esto ayudar a revelar la relación que Dios quería tener con su pueblo?
Lee Deuteronomio 4:20 y 32:9. ¿Qué imágenes se utilizan aquí, y cómo estas también ayudan a revelar el tipo de relación que Dios quería mantener con su pueblo?
En cada uno de estos casos existe la idea de familia, que, idealmente, debería ser el vínculo más estrecho, cercano y amoroso. Dios siempre ha querido este tipo de relación con su pueblo. Incluso después del vergonzoso rechazo de Jesús durante la ocasión de la Cruz, Jesús le dijo a María después de resucitar: “No tengan miedo, vayan y díganles a mis hermanos que se dirijan a Galilea y que me verán allá” (Mat. 28:10, PDT). Incluso como el Cristo resucitado, se refirió a los discípulos como “mis hermanos”, un ejemplo de amor y de gracia que fluye del amor por quienes evidentemente no lo merecían. Eso es en esencia lo que siempre ha sido la relación entre Dios y la humanidad: gracia y amor para los que no los merecen.
¿Qué tipo de relación tienes con Dios? ¿Cómo puedes profundizarla y aprender a amarlo, mientras al mismo tiempo comprendes tu compromiso de obedecer su Ley? ¿Por qué estas dos ideas no son contradictorias sino complementarias?