“Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?” (Deut. 4:8).

BAAL-PEOR

lunes 1 de noviembre, 2021

En Deuteronomio 4:3 y 4, a los hijos de Israel se les imparte un poquito más de su lección de historia, que hará las veces de recordatorio del pasado y de cualquier verdad espiritual y práctica para que en lo posible aprendan de él.

Lee Números 25:1 al 15. ¿Qué sucedió y qué verdades espirituales y prácticas debería haber sacado el pueblo de este fiasco?

Por más que nos sintamos incómodos con las historias de cómo Israel arrasó con algunas de las naciones paganas que lo rodeaban, este relato sin duda ayuda a explicar la lógica que está detrás del mandato. Israel debía dar testimonio del Dios verdadero, el único Dios, ante las naciones paganas que lo rodeaban. Debía ser un ejemplo para mostrar cómo era la adoración del Dios verdadero. En cambio, al adherirse a los “dioses” paganos que lo rodeaban, a menudo caía en abierta rebelión contra el mismo Dios a quien debía representar ante el mundo.

Aunque la palabra “fornicar” (o “prostituirse”) a menudo tiene un significado espiritual, ya que Israel iba tras los dioses y las prácticas paganos (ver Ose. 4:12-14), en este caso el lenguaje (y el resto de la historia) sugiere que era un pecado sexual, al menos al principio. Aquí nuevamente, Satanás se aprovechó de la naturaleza humana caída, al utilizar a las mujeres paganas para seducir a los hombres, quienes obviamente se dejaron seducir.

Sin duda, el acto de fornicación física degeneró también en fornicación espiritual. Las personas involucradas a la larga quedaron atrapadas en prácticas de adoración pagana en las que Israel se había “ juntado con Baalpeor”; es decir, de alguna manera se apegaron a este dios falso e incluso le ofrecían sacrificios. A pesar de todo lo que se les había enseñado y dicho, estaban dispuestos a tirar todo por la borda en su pasión y lujuria.

¿Cómo pudo pasar esto? Fácil. Al endurecer la conciencia con el primer pecado, el físico, estaban listos para caer en el último, el espiritual, que debió haber sido el objetivo final de Satanás. Se habían degradado tanto que, según el pasaje, un hombre llevó a su mujer madianita directamente al campamento, justo delante de Moisés y del pueblo que lloraba fuera del Tabernáculo.

Nuestra mente y nuestro cuerpo están íntimamente relacionados. Lo que afecta a uno afecta al otro. ¿Qué podemos aprender de esta historia sobre lo peligrosa que nos puede resultar la indulgencia, desde una perspectiva espiritual?