“Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma” (Deut. 4:29).

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

viernes 26 de noviembre, 2021

“En cada paso que demos en la experiencia cristiana se profundizará nuestro arrepentimiento. A aquellos a quienes el Señor ha perdonado, a aquellos a quienes reconoce como su pueblo, él les dice: ‘Ustedes se acordarán de su mal proceder y de sus malas acciones, y se avergonzarán de ustedes mismos y de las iniquidades y de los actos repugnantes que cometieron’ (Eze. 36:31). Y otra vez dice: ‘Mi pacto lo confirmaré contigo. Así sabrás que yo soy el Señor. Cuando yo te perdone por todo lo que hiciste, tú te acordarás y te avergonzarás, y tal será tu vergüenza que nunca más volverás a abrir la boca’ (Eze. 16:62, 63). Entonces nuestros labios no se abrirán para autoglorificarnos. Sabremos que nuestra suficiencia está únicamente en Cristo. Haremos nuestra la confesión del apóstol: ‘Yo sé que en mí, esto es, en mi naturaleza humana, no habita el bien’ (Rom. 7:18). ‘Yo solo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo” (Gál. 6:14)’ ” (PVGM 125).

“ ‘Su benignidad busca llevarte al arrepentimiento’ (Rom. 2:4). La misericordia y la compasión del amor divino, a manera de una cadena de oro, rodea a cada alma en peligro. El Señor declara: ‘Te amo con amor eterno. Por eso te he prolongado mi misericordia’ (Jer. 31:3)” (PVGM 159).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Aunque debemos arrepentirnos, ¿cómo podemos estar atentos para evitar la trampa de hacer del arrepentimiento algo meritorio, como si el acto de arrepentirnos en sí fuera lo que nos hace justos ante Dios? ¿Cuál es la única forma en que podemos permanecer justos ante Dios?
  2. “Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó” (Mat. 27:3-5). Indudablemente, Judas se arrepintió de lo que le hizo a Jesús (después de todo, se suicidó). Sin embargo, ¿por qué sus acciones no se consideran un verdadero arrepentimiento?
  3. Ante nuestra manifiesta pecaminosidad humana, ¿cuán humildes deberíamos ser frente a los demás (en el sentido de no juzgarlos)? ¿Qué nos dice sobre lo pernicioso del pecado el hecho de que se necesitara la Cruz –es decir, la muerte del Hijo de Dios– para salvarnos?