“Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (Heb. 10:36).
LA CARTA A LOS HEBREOS Y A NOSOTROS
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Hebreos 2:3, 4; 1 Pedro 4:14, 16; Hebreos 13:1–9, 13; 1 Reyes 19:1–18; Hebreos 3:12–14; Números 13.
¿Alguna vez imaginaste cómo sería escuchar predicar a Jesús o a uno de los apóstoles? Tenemos extractos de escritos y resúmenes de algunos de sus sermones, pero estos brindan solo una idea limitada de cómo sería escucharlos. No obstante, Dios conservó en las Escrituras al menos un sermón completo para nosotros: la carta de Pablo a los Hebreos.
Pablo, el autor de Hebreos, se refirió a su propia obra como una “palabra de exhortación” (Heb. 13:22). Esta expresión se utilizaba para referirse al sermón (Hech. 13:15; 1 Tim. 4:13). Por lo tanto, se cree que Hebreos es el primer “sermón cristiano completo” que tenemos. Hebreos estaba dirigido a creyentes en Cristo que experimentaron dificultades. Algunos fueron públicamente avergonzados y perseguidos (Heb. 10:32–34). Otros afrontaban problemas económicos (Heb. 13:5, 6). Muchos estaban cansados, y habían comenzado a cuestionarse su fe (Heb. 3:12, 13). ¿Alguno de nosotros hoy puede sentirse identificado?
Sin embargo, el apóstol, con un sermón conmovedor, los desafió (a ellos y, por extensión, a nosotros) a perseverar en la fe en Jesús y a fijar sus ojos en Jesús, quien ahora está en el Santuario celestial.