“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (Heb. 2:14).

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

viernes 21 de enero, 2022

Hebreos 2:13 contiene las palabras de Jesús a su Padre, hablando de sus hermanos: “He aquí, yo y los hijos que Dios me dio”. Patrick Gray sugiere que aquí se describe a Jesús como el Guardián de sus hermanos. El sistema romano de tutela impuberum determinaba que, a la muerte del padre, “un tutor, a menudo un hermano mayor, se hacía responsable del cuidado de los hijos menores y de su herencia hasta que alcanzaban la mayoría de edad, aumentando así el deber natural del hermano mayor de cuidar a sus hermanos menores” (Godly Fear: The Epistle to the Hebrews and Greco-Roman Critiques of Superstition, p. 126). Esto explica por qué Hebreos alude a nosotros como los hermanos de Jesús y como sus hijos. Como nuestro hermano mayor, Jesús es nuestro Tutor, nuestro Guardián y Protector.

“Cristo vino a la Tierra tomando la humanidad y presentándose como Representante del hombre para mostrar que, en el conflicto con Satanás, el hombre tal como Dios lo creó, unido con el Padre y el Hijo, podía obedecer todos los requerimientos divinos” (MS 1:309).

“En su vida y sus lecciones, Cristo dio un ejemplo perfecto del ministerio abnegado que tiene su origen en Dios. Dios no vive para sí. Al crear el mundo y al sostener todas las cosas, está sirviendo constantemente a otros. Él ‘hace salir su sol sobre malos y buenos, y [...] hace llover sobre justos e injustos’ (Mat. 5:45). Este ideal de ministerio fue confiado por Dios a su Hijo. Jesús fue dado para que estuviese a la cabeza de la humanidad, con el fin de que por su ejemplo pudiese enseñar lo que significa servir. Toda su vida fue regida por una ley de servicio. Sirvió a todos, ministró a todos” (DTG 604).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Hebreos nos dice que Jesús se convirtió en nuestro Hermano para salvarnos. Piensa en lo que eso significa en términos de lo que Dios hizo para salvarnos. ¿Por qué, entonces, sería un error tan trágico darle la espalda a esta asombrosa realidad?
  2. ¿Por qué es importante para nosotros que Jesús no haya nacido “vendido al pecado” como nosotros (Rom. 7:14)? Piensa en Moisés y por qué era importante para los israelitas que él no fuera un esclavo como ellos. La historia de Moisés, de alguna manera, ¿cómo nos ayuda a comprender lo que Jesús ha hecho por nosotros?
  3. Reflexiona en el papel del sufrimiento en nuestra vida. ¿Por qué nunca debemos pensar que el sufrimiento, en sí mismo, es bueno, aunque a veces pueda salir algo bueno de él?