“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos” (Heb. 7:26).

UN SACERDOTE ETERNO

miércoles 2 de febrero, 2022

Lee Hebreos 7:16. ¿Sobre qué base Jesús se convirtió en sacerdote?

Jesús recibió el sacerdocio sobre la base de una vida indestructible y porque tiene un ministerio eterno. Las implicaciones de estos hechos son asombrosas. Significa que el ministerio de Jesús nunca será superado. Jesús salva por completo, eterna y “perpetuamente” (Heb. 7:25). La salvación que ofrece Jesús es total y definitiva. Llega a los aspectos más íntimos de la naturaleza humana (Heb. 4:12; 9:14; 10:1-4). La intercesión de Jesús ante el Padre involucra todos los beneficios otorgados bajo el Nuevo Pacto.

También incluye mucho más que el perdón de pecados. Implica poner la Ley en nuestro corazón, hacernos nuevas personas en él y guiarnos a la propagación del evangelio al mundo (Heb. 8:10-12). Al ser uno con Dios y con los seres humanos, él nos representa ante el Padre. Al ser quien ofreció su vida en sacrificio, Jesús tiene un favor inexpugnable ante Dios.

Lee Hebreos 7:22. ¿Qué es Jesús en relación con el Nuevo Pacto?

Jesús es la garantía del Nuevo Pacto porque Dios juró que Jesús sería sacerdote “para siempre” (Heb. 7:21). Es muy fácil pasar por alto la importancia de este juramento. Pablo ya se había referido a los juramentos que Dios le hizo a la generación del desierto y a Abraham (Heb. 3:7-11; 6:13-15). La diferencia entre esos juramentos y el juramento que Dios le hizo al Hijo es que aquellos juramentos fueron hechos a seres humanos mortales. Los juramentos permanecen vigentes mientras los beneficiarios están vivos. El juramento de Dios a la generación del desierto y a Abraham era vinculante mientras hubiera una generación del desierto y descendientes de Abraham (ver Gál. 3:29).

Sin embargo, en el caso del Hijo, cuya vida es “indestructible”, el juramento que Dios le hizo será obligatorio para siempre. Una persona que era garante de otra estaba sujeta a la misma penalización que la persona por la que salió en garantía, incluida la muerte. Sin embargo, el Padre estableció a Jesús como una garantía para nosotros de que él no incumplirá sus promesas. Así de seguros podemos estar de la salvación que se nos ha dado en Jesús.