“Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas” (Heb. 8:6).
EL NUEVO PACTO TIENE UN MEJOR MEDIADOR
Lee Hebreos 8:1 al 6. ¿Por qué Jesús es mediador de un mejor Pacto?
El término griego mesitēs (mediador) deriva de mesos (“medio”) y denota a quien camina o se para en el medio. Era un término técnico que se refería a una persona que cumplía una o más de las siguientes funciones: (1) árbitro entre dos o más partes, (2) negociador o corredor comercial, (3) testigo en el sentido legal de la palabra, o (4) alguien que se constituye como fianza y, por lo tanto, garantiza la ejecución de un contrato.
El término “mediador” en español es una traducción demasiado limitada para mesitēs en Hebreos porque se enfoca solo en los primeros dos o tres usos del término griego. Sin embargo, Hebreos enfatiza la cuarta función. Jesús no se concibe como “mediador” en el sentido de que resuelve una disputa entre el Padre y la humanidad, como un pacificador que reconcilia a las partes desvinculadas o como un testigo que certifica la existencia de un contrato o su cumplimiento. En cambio, como explica Hebreos, Jesús es el Garante (o Fiador) del Nuevo Pacto (Heb. 7:22). En Hebreos, el término “mediador” es equivalente a “garante”. Garantiza que se cumplan las promesas del Pacto.
La muerte de Cristo posibilita la institución del Nuevo Pacto porque satisface las demandas del primer Pacto con Israel, que se había quebrantado (Heb. 9:15-22). En este sentido, Jesús es el Garante que asumió todas las obligaciones legales incumplidas. En otro sentido, la exaltación de Jesús en el cielo garantiza que se cumplirán las promesas de Dios hechas a los seres humanos (Heb. 6:19, 20). Jesús garantiza el Pacto porque ha demostrado que las promesas de Dios son ciertas. Al resucitar a Jesús y sentarlo a su diestra, el Padre ha demostrado que nos resucitará a nosotros y nos llevará con él.
Jesús es un mediador mayor que Moisés porque ministra en el Santuario celestial y se ha ofrecido como sacrificio perfecto por nosotros (Heb. 8:1–5; 10:5–10). El rostro de Moisés reflejaba la gloria de Dios (Éxo. 34:29-35), pero Jesús es la gloria de Dios (Heb. 1:3; Juan 1:14). Moisés habló con Dios cara a cara (Éxo. 33:11), pero Jesús es la Palabra de Dios (Heb. 4:12, 13; Juan 1:1-3, 14).
Sí, Cristo ha satisfecho las demandas de obediencia del Pacto. En este sentido, ¿cuál es el papel de la obediencia en nuestra vida y por qué sigue siendo tan importante?