“Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Heb. 10:14).

JESÚS, EL SACRIFICIO PERFECTO

sábado 19 de febrero, 2022

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Hebreos 9:15; Génesis 15:6–21; Jeremías 34:8–22; Efesios 3:14–19; Hebreos 7:27; 10:10; 9:22–28.

La idea de que un hombre declarado culpable y ejecutado en una cruz debería ser adorado como Dios era ofensiva para la mentalidad antigua. Las escasas referencias a la crucifixión en la literatura romana muestran su aversión a la idea. Para los judíos, la Ley declaraba que un hombre empalado en un árbol era maldito por Dios (Deut. 21:23).

Por consiguiente, los primeros motivos que encontramos en las pinturas cristianas de las catacumbas eran el pavo real (que supuestamente simboliza la inmortalidad), una paloma, la palma de la victoria del atleta y el pez. Posteriormente aparecieron otras temáticas: el arca de Noé; Abraham sacrificando el carnero en lugar de Isaac; Daniel en el foso de los leones; Jonás escupido por el pez; un pastor que lleva un cordero; o representaciones de milagros como la curación del paralítico y la resurrección de Lázaro. Estos eran símbolos de salvación, victoria y cuidado. La cruz, por otro lado, transmitía una sensación de derrota y vergüenza. Sin embargo, fue la cruz la que se convirtió en emblema del cristianismo. De hecho, Pablo simplemente calificó el evangelio como “la palabra de la cruz” (1 Cor. 1:18).

Esta semana veremos la Cruz tal como aparece en el libro de Hebreos.