“Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Heb. 9:24).
LA INVITACIÓN DE DIOS
Lee Hebreos 12:18 al 21. ¿Cuál fue la experiencia de Israel en el monte Sinaí?
Cuando Dios llamó a Israel a salir de Egipto, su plan era crear una relación personal e íntima con ellos. Él dijo: “Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí” (Éxo. 19:3, 4).
Así, a través de Moisés, Dios dio las instrucciones necesarias con el fin de preparar al pueblo para encontrarse con él. El pueblo primeramente necesitaba consagrarse (Éxo. 19:10-15). Quienes ascendieran sin preparación morirían. Sin embargo, una vez que el pueblo se preparó durante dos días, entonces “cuando [sonara] largamente la bocina”, al tercer día, Dios instruyó al pueblo: “Subirán al monte” (Éxo. 19:13). Quería que tuvieran la experiencia que Moisés y los dirigentes del pueblo tendrían cuando subieran al monte y “[vieran] a Dios, y [comieran] y [bebieran]” en su presencia (Éxo. 24:9-11). Más adelante, el pueblo reconoció que había visto la gloria de Dios y que era posible que Dios hablara “al hombre, y éste aún [viva]” (Deut. 5:24). Pero, cuando llegó el momento, les faltó fe. Moisés explicó años más tarde: “Vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al monte” (Deut. 5:5). En lugar de eso, le pidieron a Moisés que fuera su intermediario (Deut. 5:25-27; comparar con Éxo. 20:18-21).
La manifestación de la santidad de Dios en el monte Sinaí debía enseñarle al pueblo a “temerle”, o respetarlo. El “temor de Jehová” conduce a la vida, la sabiduría y la honra (Deut. 4:10; comparar con Sal. 111:10; Prov. 1:7; 9:10; 10:27). Allí también aprenderían que él es misericordioso y compasivo (Éxo. 34:4-8). Por lo tanto, aunque Dios quería que Israel se acercara a él, el pueblo se asustó y le pidió a Moisés que hiciera de intermediario. La descripción que hace Hebreos de los eventos en el Sinaí se desprende principalmente del recordatorio que Moisés le hace al pueblo por su falta de fe y su apostasía con el becerro de oro, y cuánto temía encontrarse con Dios debido al pecado de ellos (Deut. 9:19). La reacción de los israelitas no era el plan de Dios para ellos, sino el resultado de su falta de fe.
¿Por qué no debemos tener miedo de acercarnos a un Dios santo? Sin embargo, ¿de qué manera se nos exhorta que debemos acercarnos?