“Permanezca el amor fraternal” (Heb. 13:1).

NO OS DEJÉIS LLEVAR DE DOCTRINAS DIVERSAS Y EXTRAÑAS

miércoles 23 de marzo, 2022

Compara Hebreos 13:9; 2:9; 4:16; y 6:19 y 20. ¿Dónde se obtiene la gracia? ¿Cómo se fortalece nuestro corazón?

La relación entre las enseñanzas falsas y los alimentos, abordada en Hebreos 13:9, probablemente no se refiera a la distinción entre alimentos limpios e inmundos.

¿Por qué? En primer lugar, Pablo no parece estar preocupado, en la epístola, por la distinción entre alimentos limpios e inmundos. Sabemos, por Hechos 15, que la iglesia cristiana primitiva sostenía que los creyentes son salvos por gracia (Hech. 15:7-11) y que deben seguir respetando algunas normas alimentarias (Hech. 15:19, 20). La distinción entre alimentos limpios e inmundos y otras normas bíblicas no son contrarias a la gracia. Sin ir más lejos, Pablo argumenta que el Nuevo Pacto ha puesto la Ley en el corazón (Heb. 8:10-12). Sin embargo, el autor deja muy en claro que los sacrificios de animales y la mediación sacerdotal levítica en el Santuario han sido reemplazados por el sacrificio y la mediación sacerdotal superiores de Jesús el Mesías (Heb. 8:4, 5; 10:1-18).

En segundo lugar, el contexto sugiere que Pablo no está criticando a la audiencia por abstenerse de ciertos alimentos, sino por participar de ellos con la esperanza de obtener gracia de alguna manera (Heb. 13:9). Probablemente esté advirtiendo acerca de la participación de rituales judíos o comidas litúrgicas que se celebraban como una extensión de los sacrificios de animales en el Templo y que se suponía que aportaban méritos espirituales o gracia. Las comidas y las bebidas no son agentes mediadores de la gracia; recibimos la gracia solo a través del sacrificio y la mediación sacerdotal de Jesucristo. Los creyentes “tenemos un altar” (Heb. 13:10), la Cruz de Cristo, de la que podemos comer (Juan 6:47–58).

En Hebreos, la “gracia” proviene del Trono de Dios (Heb. 4:16). Esta gracia, arbitrada por Cristo, es un “ancla” “segura y firme”, que está sujeta al mismo trono de Dios (Heb. 6:19, 20; comparar con 4:16). Es esta gracia que recibimos mediante el sacrificio de Cristo lo que le brinda estabilidad y seguridad a nuestro corazón. Cuando el corazón ha sido “afirma[do]” de esta manera, no será “lleva[do]” por nuevas doctrinas (Heb. 13:9), ni se “desvi[ará] de Dios (Heb. 2:1 NTV).

Reflexiona en el sacrificio perfecto de Cristo. ¿Por qué, entonces, la idea de cualquier otra cosa que hagamos para “añadirle” a este sacrificio es contraria al evangelio y a la gracia que encontramos en Jesús?