“Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?” (Gén. 15:2).

EL HIJO DE LA PROMESA

miércoles 11 de mayo, 2022

La última escena de la circuncisión abarcó a todos: no solo Ismael, sino además todos los varones de la casa de Abraham se circuncidaron (Gén. 17:23-27). La palabra kol, “todos”, “todo”, se repite cuatro veces (Gén. 17:23, 27). En este contexto inclusivo, Dios se le aparece a Abraham para confirmar la promesa de un hijo, “Isaac”.

Lee Génesis 18:1 al 15; y Romanos 9:9. ¿Qué lecciones de hospitalidad aprendemos de la recepción de Abraham a sus visitantes? ¿Cómo explicas la respuesta de Dios a la hospitalidad de Abraham?

No está claro si Abraham sabía quiénes eran estos desconocidos (Heb. 13:2), aunque actuó con ellos como si Dios mismo estuviera entre ellos. Estaba sentado “a la puerta de su tienda en el calor del día” (Gén. 18:1), y debido a que es raro recibir visitas en el desierto, probablemente le dieron ganas de reunirse con ellos. Abraham salió corriendo en dirección a los hombres (Gén. 18:2), aunque tenía 99 años. Llamó a una de estas personas Adonai, “mi SEÑOR” (Gén. 18:3, NVI, NTV), un título que se usa a menudo para Dios (Gén. 20:4; Éxo. 15:17). Se dio prisa en la preparación de la comida (Gén. 18:6, 7). Se quedó de pie junto a ellos, atento a sus necesidades y listo para servirlos (Gén. 18:8).

El comportamiento de Abraham hacia los extraños celestiales se convertirá en un inspirador modelo de hospitalidad (Heb. 13:2). Por cierto, la actitud de reverencia de Abraham transmite una filosofía de hospitalidad. Mostrar respeto y cuidado hacia los desconocidos no es solo un bonito gesto de cortesía. La Biblia enfatiza que es un deber religioso, como si estuviera dirigido a Dios mismo (comparar con Mat. 25:35-40). Irónicamente, Dios se identifica más con el extranjero hambriento y necesitado que con el generoso que lo recibe.

Por otro lado, la intrusión divina en la esfera humana denota su gracia y su amor hacia la humanidad. Esta aparición de Dios anticipa a Cristo, quien dejó su hogar celestial y se convirtió en un siervo humano para alcanzar a la humanidad (Fil. 2:7, 8). La aparición de Dios aquí es una evidencia de la certeza de su promesa (Gén. 18:10). El Señor ve a Sara, que se esconde “detrás de él” (Gén. 18:10), y conoce sus pensamientos más íntimos (Gén. 18:12). Él sabe que ella se rio, y la palabra “reír” es su última palabra. El escepticismo de ella pasa a ser el lugar donde él cumplirá su palabra.

Reflexiona sobre la idea de que “Dios se identifica más con el extranjero hambriento y necesitado que con el generoso que lo recibe”. ¿Por qué es tan importante que recordemos este concepto?