“Era Abraham ya viejo, y bien avanzado en años; y Jehová había bendecido a Abraham en todo” (Gén. 24:1).
UNA ESPOSA PARA ISAAC
Génesis 24 cuenta la historia del matrimonio de Isaac después de la muerte de Sara. Las dos historias se relacionan.
Lee Génesis 24. ¿Por qué le preocupa tanto a Abraham que su hijo no se case con una mujer de los cananeos?
Así como Abraham quería adquirir la tierra para enterrar a su esposa, debido a la promesa de Dios a sus descendientes de que tendrían esta tierra, ahora insiste en que Isaac tampoco se establezca fuera de la Tierra Prometida (Gén. 24:7). Además, la decisión de Isaac de llevar a su esposa a la tienda de Sara y la nota de que Rebeca consoló a Isaac “después de la muerte de su madre” (Gén. 24:67) apuntan a la muerte de Sara, lo que implica el dolor de Isaac por la pérdida de su madre.
La historia está llena de oraciones y respuestas a oraciones, y abunda en lecciones sobre la providencia de Dios y la libertad humana. Comienza con la oración de Abraham. Al jurar por “Jehová, Dios de los cielos y Dios de la tierra” (Gén. 24:3), esta oración es, ante todo, un reconocimiento de Dios como Creador (Gén. 1:1; 14:19), con repercusión directa sobre los nacimientos de los descendientes de Abraham, incluyendo al Mesías mismo.
La referencia a “su ángel” y a “Jehová, Dios de los cielos” (Gén. 24:7) apunta al ángel de Jehová, que vino del cielo para rescatar a Isaac de ser sacrificado (Gén. 22:11). El Dios que controla el Universo, el ángel de Jehová que intervino para salvar a Isaac, estará al frente de este tema del matrimonio.
Sin embargo, Abraham deja abierta la posibilidad de que la mujer no responda al llamado de Dios. Por más que Dios sea poderoso, no obliga a nadie a obedecerlo. Aunque el plan de Dios para Rebeca es seguir a Eliezer, ella conserva su libertad de elegir. Es decir, existía la posibilidad de que esta mujer no quisiera ir y, en ese caso, no se vería obligada a hacerlo.
Por lo tanto, en esto vemos otro ejemplo del gran misterio de cómo Dios nos ha dado libre albedrío a los seres humanos, una libertad que él no pisoteará. (Si lo hiciera, no sería libre albedrío.) Y, sin embargo, de alguna manera, a pesar de la realidad del libre albedrío humano, y de muchas de las terribles decisiones que la humanidad toma con ese libre albedrío, todavía podemos confiar en que finalmente el amor de Dios y la bondad, en última instancia, prevalecerán.
¿Por qué es tan reconfortante saber que, si bien no todas las cosas que pasan son voluntad de Dios, él todavía está al mando? Profecías como Daniel 2, por ejemplo, ¿cómo demuestran este hecho?