“Así habitó Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén; y tomaron posesión de ella, y se aumentaron, y se multiplicaron en gran manera” (Gén. 47:27).
LA ESPERANZA DE LA TIERRA PROMETIDA
Lee Génesis 49:29 a 50:21. ¿Qué grandes temas de esperanza se encuentran en la conclusión del libro de Génesis?
La conclusión del Génesis se compone de tres eventos llenos de esperanza. En primer lugar, es la esperanza de que Israel regrese a la Tierra Prometida.
Moisés, el autor del Génesis, describe la muerte y el entierro de Jacob y de José como acontecimientos que apuntan a la Tierra Prometida. Inmediatamente después de su bendición y su profecía sobre las “doce tribus de Israel” (Gén. 49:28), Jacob piensa en su muerte y encarga a sus hijos que lo entierren en Canaán, en la cueva de Macpela, donde fue enterrada Sara (Gén. 49:29–31). La narración que describe la procesión fúnebre hacia Canaán se convierte en precursora del Éxodo de Egipto, varios siglos después.
En segundo lugar, es la esperanza de que Dios transforme el mal en bien. Después de la muerte y el entierro de Jacob, los hermanos de José se empiezan a preocupar por su futuro. Temen que ahora José se vengue. Acuden a José y se postran ante él, dispuestos a convertirse en sus siervos (Gén. 50:18), una situación que recuerda los sueños proféticos de José. José los tranquiliza y les dice “no temáis” (Gén. 50:19), una frase que se refiere al futuro (Gén. 15:1); porque lo que “pensa[ron] mal” contra él, “Dios lo encaminó a bien” (Gén. 50:20), y cambió el curso de los eventos para salvación (Gén. 50:19-21; comparar con Gén. 45:5, 7-9). Es decir, a pesar de tantos fracasos humanos, la providencia de Dios prevalecerá.
En tercer lugar, es la esperanza de que Dios salve a la humanidad caída. La historia de la muerte de José en este último versículo del Génesis es más amplia, no solo trata sobre la muerte de José. Curiosamente, José no ordena que entierren sus huesos; en cambio, señala el momento en que “Dios ciertamente os visitará, y haréis llevar de aquí mis huesos” (Gén. 50:25). Y esto hicieron, años después, en obediencia directa a esas palabras (ver Éxo. 13:19). En última instancia, la esperanza de la Tierra Prometida, Canaán, es un símbolo, un precursor, de la esperanza suprema de salvación, de restauración, de una nueva Jerusalén en un cielo nuevo y una Tierra nueva: la esperanza máxima de todos nosotros, una esperanza garantizada por la muerte de Siloh.
Lee Apocalipsis 21:1 al 4. ¿Cómo representan estos versículos la mayor esperanza que tenemos? Sin esta promesa, ¿qué esperanza tenemos, más que la muerte como el fin de todos nuestros problemas?