“Así habitó Israel en la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén; y tomaron posesión de ella, y se aumentaron, y se multiplicaron en gran manera” (Gén. 47:27).
JACOB SE ASIENTA EN EGIPTO
Es muy interesante que, a pesar de todo lo que le habían dicho a Jacob acerca de que José estaba vivo en Egipto, el Señor todavía le dio “visiones de noche” (Gén. 46:2), y en ellas le ordenó que se fuera. Jacob deja la Tierra Prometida precisamente por Egipto, que luego se asocia con el único lugar al que el pueblo de Dios no quiere ir (Deut. 17:16).
Lee Génesis 47. ¿Qué verdades y principios espirituales podemos encontrar en este relato?
“José llevó a cinco de sus hermanos para presentarlos a Faraón, y para que se les diera la tierra en que iban a establecer sus futuros hogares. La gratitud hacia su primer ministro induciría al monarca a honrarlos con nombramientos para ocupar cargos oficiales; pero José, leal al culto de Jehová, trató de salvar a sus hermanos de las tentaciones a las que se expondrían en una corte pagana. Por consiguiente, les aconsejó que cuando el rey les preguntase le dijeran francamente su ocupación. Los hijos de Jacob siguieron ese consejo, teniendo cuidado también de manifestar que habían venido a morar temporalmente en la tierra, y no a permanecer allí; reservándose de esa manera el derecho de marcharse cuando lo desearan. El rey les asignó un lugar, como había ofrecido, en lo mejor del país, en la tierra de Gosén” (PP 236).
Sabiamente también, el Faraón no propicia que estos extranjeros se conviertan en mendigos por vivir de la generosidad de su anfitrión. Les pregunta por su “oficio” (Gén. 47:3) a fin de que pudieran adaptarse mejor a su nuevo entorno. También se muestra ávido por aprovechar su experiencia, e incluso sugiere que lo sirvan como “mayorales de [su] ganado” (Gén. 47:6).
Entonces, aunque Jacob, el extranjero, es el subordinado, el forastero, se presenta ante el dirigente del país y, como dice el pasaje, “Jacob bendijo a Faraón” (Gén. 47:7). Él, el humilde extranjero, ¿es el que bendice a Faraón, el gobernante del poderoso Egipto? ¿Por qué será así?
El verbo “amad lifné”, “lo presentó delante de” (Gén. 47:7), se utiliza normalmente en contextos sacerdotales (Lev. 14:11). Teniendo en cuenta que en el antiguo Egipto el faraón tenía el estatus de sumo sacerdote, esto significa que, espiritualmente hablando, Jacob está por encima del sumo sacerdote de Egipto, por encima incluso del mismo Faraón.
Más allá de nuestra condición en la vida, ¿qué debería significar para nosotros, en la forma en que tratamos a los demás, que somos “real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Ped. 2:9)? ¿Qué obligaciones nos impone nuestra fe?