“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 Ped. 4:12, 13).
SORPRESAS
“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese” (1 Ped. 4:12).
Las sorpresas, y especialmente las dolorosas, pueden llegar de muchas formas. Un automóvil que vira bruscamente en la carretera y se te cruza por delante. Una notificación repentina de que perdiste el trabajo. El resultado de un examen médico con malas noticias inesperadas. La traición de alguien a quien amabas y creías que te amaba. El dolor puede ser intenso, pero el elemento sorpresa siempre lo empeora.
Esta semana veremos algunos tipos específicos de situaciones dolorosas o crisoles que no deberían tomarnos por sorpresa.
Para empezar, volvamos a 1 Pedro 4:12. La palabra griega para “sorprendáis”, en 1 Pedro 4:12, significa ser “extraño” o “extranjero”. Pedro insta a sus lectores a no caer en la trampa de creer que las pruebas de fuego son ajenas a la experiencia cristiana; al contrario, debemos considerarlas normales: son de esperar.
La palabra usada para “fuego de prueba”, o “prueba de fuego” (RVC), proviene de otra palabra griega, y significa “quemadura”. En otros lugares se traduce como “horno”. Por ende, esta experiencia de sufrir por nuestra fe podría considerarse un “proceso de fundición”, el proceso del crisol.
Lee 1 Pedro 4:12 al 19. ¿Cuál es el mensaje de Pedro?
A muchos el sufrimiento nos sorprende porque en muchos casos tenemos una visión demasiado simplista de la vida cristiana. Sabemos que hay dos bandos: Dios, que es bueno; y Satanás, que es malo. Pero a menudo automáticamente ponemos todo lo que está bien en la casilla de Dios, y todo lo que está mal en la casilla de Satanás. Pero la vida no es tan sencilla. No podemos usar nuestros sentimientos para decidir qué hay en las casillas de Dios y de Satanás. A veces, caminar con Dios puede ser desafiante y difícil. Y seguir a Satanás podría parecer que trae grandes recompensas. Job, que era justo pero sufría, ilustra esto cuando preguntó a Dios: “¿Por qué viven los impíos, y se envejecen, y aun crecen en riquezas?” (Job 21:7).
Pedro se refería a las pruebas que son consecuencia de luchar por Cristo. Pero también hay otras razones por las que llegan las pruebas. ¿Cómo podría ayudarte 1 Pedro 4:12 al 19 a explicarle con tacto a un amigo por qué no debería sorprenderse ante las pruebas dolorosas que podría enfrentar?