“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 Ped. 4:12, 13).
LOS CRISOLES DEL PECADO
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Rom. 1:18).
Todo lo que hacemos tiene consecuencias. Si te paras al rayo del sol con un helado, sin duda se derretirá. Causa y efecto siempre van de la mano. Y, por más que queramos que las cosas sean diferentes, con el pecado ocurre lo mismo: siempre trae consecuencias. No es que Dios esté en el cielo de brazos cruzados preguntándose qué cosas terribles podría hacerles a quienes pecan; no, el pecado en sí conlleva sus consecuencias inherentes.
El problema es que muchas veces pensamos que de alguna manera podemos ser más listos que Dios y pecar sin experimentar las consecuencias. Nunca es así. Pablo deja bien en claro que el pecado tiene consecuencias, no solo para la Eternidad; también produce consecuencias dolorosas y angustiantes en la actualidad.
En Romanos 1:21 al 32, Pablo describe el proceso de quienes caen en pecado y las consecuencias de esos pecados. Lee estos versículos con oración y con detenimiento, y resume la esencia de lo que manifiesta Pablo. Concéntrate específicamente en las etapas del pecado y sus consecuencias.
Un par de versículos antes, Pablo describe estas consecuencias como la “ira de Dios” (Rom. 1:18). La ira de Dios, en este pasaje, simplemente denota que Dios permite que la humanidad coseche lo que siembra. Aun con respecto a los cristianos, Dios no siempre interviene de inmediato para eliminar el dolor ocasionado por nuestras propias acciones. Muchas veces nos permite experimentar las consecuencias de nuestros actos a fin de que entendamos cuán profundamente dañino y ofensivo es nuestro pecado.
Hemos considerado las consecuencias de transgredir las leyes morales de Dios. Y ¿qué decir de quebrantar las leyes de salud de Dios? Nuestro cuerpo es el hogar de Dios. Si abusamos de nuestro cuerpo al no comer de manera saludable o al no hacer ejercicio, o si trabajamos en exceso con regularidad, esto también es pecar contra Dios, y tiene consecuencias que pueden crear las condiciones de un crisol.
En tu vida, ¿en qué medida cosechaste las consecuencias inmediatas de tus pecados? ¿Qué lecciones aprendiste? ¿Qué cambios debes hacer para no volver a pasar por algo similar?