“Esto es para ustedes motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo” (1 Ped. 1:6, NVI).
UN LEGADO QUE PERDURA
Lee 1 Pedro 1:6 y 7. ¿Qué es lo que dice Pedro?
Pedro escribe a gente que estaba pasando por dificultades y que a menudo se sentía muy sola. Escribió “a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia” (1 Ped. 1:1). Esta es la zona que conocemos hoy como Turquía occidental. Unos versículos más adelante, Pedro expresa que sabe que están “afligidos en diversas pruebas” (1 Ped. 1:6).
¿Qué quiere decir Pedro con “expatriados de la dispersión”? ¿Cómo podría eso intensificar sus pruebas?
Ser cristiano en aquella época era algo nuevo; los creyentes eran pocos y estaban diseminados en diversos lugares donde claramente eran una minoría que, en el mejor de los casos, era incomprendida; y en el peor, perseguida. Sin embargo, Pedro les asegura que estas pruebas no son azarosas ni caóticas (1 Ped. 1:6, 7). La fe auténtica es la meta de quienes perseveran “en diversas pruebas”.
Lee 1 Pedro 1:6 al 9. ¿Qué garantía fundamental busca dar Pedro a estas personas en medio de sus pruebas? ¿Qué significa esta esperanza para nosotros también?
Independientemente de cuáles hayan sido esas pruebas y sufrimientos, ¿qué punto de comparación tienen con la Eternidad que les espera cuando Cristo regrese? Las palabras de Pedro para ellos son las palabras de Dios para nosotros, más allá de lo que enfrentemos. A pesar de lo difíciles o dolorosas que sean nuestras pruebas, nunca debemos perder de vista el fin último: la vida eterna en un cielo nuevo y una Tierra Nueva, sin dolor, sufrimiento ni muerte. Con esa promesa ante nosotros, una promesa garantizada por la muerte de Jesús, cuán importante es que no perdamos la fe, sino que, en medio de las pruebas, pidamos al Señor que nos limpie de todo lo que obstaculice el camino de nuestra fe.