“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada” (Isa. 53:10).
CALOR EXTREMO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 22; Oseas 2:1-12; Job 1:6-2:10; 2 Corintios 11:23-29; Isaías 43:1-7.
Mientras su esposa estaba en el lecho de muerte, el famoso escritor cristiano C. S. Lewis escribió: “No es que corra mucho peligro (eso creo) de dejar de creer en Dios. El verdadero peligro es llegar a creer cosas sumamente terribles acerca de él. La conclusión que temo no es: ‘Pues, al fin y al cabo, Dios no existe’, sino: ‘Pues, así es Dios en realidad’ ” (A Grief Observed, pp. 6, 7).
Cuando las cosas se vuelven muy dolorosas, algunos rechazamos a Dios de cuajo. Otros, al igual que Lewis, nos vemos tentados a cambiar nuestra visión de Dios e imaginar todo tipo de cosas malas acerca de él. La pregunta es: ¿Cuán candente se puede poner esto? ¿Cuánto calor se arriesgaría Dios a permitir que experimente su pueblo a fin de lograr su propósito final de moldearnos a la “imagen de su Hijo”? (Rom. 8:29).
Un vistazo a la semana: ¿Por qué crees que Dios está dispuesto a correr el riesgo de que quienes desean conocerlo y amarlo lo malinterpreten? ¿Hasta qué punto crees que Dios está dispuesto a que lo malinterpreten para moldearte a la “imagen de su Hijo”?
Reavivados por su Palabra: Hoy, Josué 5. 51
| Lección 5Domingo 24 de julio
ABRAHAM EN EL CRISOL
Lee Génesis 22. De repente y sin explicación, Dios llama a Abraham para que ofrezca a su hijo como holocausto. ¿Te imaginas cómo se habrá sentido Abraham? Era una idea totalmente repugnante que un Dios santo le pidiera que sacrificara a su propio hijo. Aun en el caso de que Abraham pensara que esto era aceptable, ¿qué pasaría con las promesas de Dios sobre su herencia? Sin su hijo, la promesa no se cumpliría.
¿Por qué pidió Dios a Abraham que ofreciera este sacrificio? Si Dios lo sabe todo, ¿qué sentido tenía?
La petición de Dios y el momento elegido no fue al azar. De hecho, estuvieron calculados para arrancar la angustia más profunda posible, porque “Dios había reservado a Abraham su última y más aflictiva prueba para el tiempo cuando la carga de los años pesaba sobre él, cuando anhelaba descansar” (PP 144). ¿Era esta la prueba de un Dios disparatado? De ninguna manera, porque “la agonía que sufrió durante los oscuros días de aquella terrible prueba fue permitida para que comprendiera por su propia experiencia algo de la grandeza del sacrificio hecho por el Dios infinito en favor de la redención del hombre” (PP 150).
Esto era solo una prueba: Dios nunca tuvo la intención de que Abraham matara a su hijo. Esto resalta algo muy importante sobre la forma en que Dios obra a veces. Dios quizá nos pida que hagamos algo que nunca tuvo la intención de que completemos. Tal vez nos pida que vayamos a algún lugar al que nunca tuvo la intención de que lleguemos. Lo importante para Dios no necesariamente es el final, sino lo que aprendemos a medida que nos va modificando en el proceso.
Probablemente Jesús tenía en mente la experiencia de Abraham cuando dijo a los judíos: “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó” (Juan 8:56). Abraham podría haber dejado de lado esta idea si rechazaba las instrucciones como si vinieran de Satanás. La clave para que Abraham sobreviviera y aprendiera durante todo el proceso fue que conocía la voz de Dios.
¿Cuánto conoces la voz de Dios? ¿Cómo sabes cuando Dios te está hablando? ¿Cuáles son las formas en que te comunica su voluntad?