“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Fil. 4:4).
LA ORACIÓN DERRIBA MUROS
Hay una expresión en inglés que dice: “Encerrarse pintando hasta un rincón”. Imagínate que estás pintando el piso de una habitación, pero luego te das cuenta de que terminaste en una esquina y no puedes salir, salvo que pises sobre la pintura fresca. ¡Tienes que quedarte allí hasta que se seque!
A veces, nuestra fe parece arrinconarnos. Llegamos a una situación y, al igual que la pintura fresca en el piso, nuestra fe nos “atrapa”. Contemplamos la situación, y una de dos: o tenemos que rechazar a Dios, la fe y todo lo que creemos, o nuestra fe nos obliga a creer lo que parece imposible.
Dios arrinconó a los israelitas. Después de que el pueblo vagó durante cuarenta años por el desierto, Dios no condujo a su pueblo a praderas desocupadas y pacíficas; Dios los condujo a una de las ciudades más fortificadas de toda la zona. Entonces, tuvieron que caminar alrededor de Jericó en silencio durante seis días. Al séptimo día, Dios les indicó que gritaran, y que ese grito, junto con las trompetas, les daría la victoria.
Lee Josué 5:13 a 6:20. Dios ¿qué estaba tratando de enseñarles a los israelitas?
Gritar fuerte no iba a causar vibraciones que hicieran caer los muros. Cuando Dios convocó a los israelitas a “gritar”, era el mismo tipo de grito del que David escribe en el Salmo 66: “Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra. Cantad la gloria de su nombre; poned gloria en su alabanza” (Sal. 66:1, 2). ¡Este grito era una alabanza! Después de seis días de observar los enormes muros, debieron haber llegado a la conclusión de que no tenían ninguna posibilidad de derribarlos por su cuenta.
¿Cómo nos ayuda esta idea a comprender el significado de Hebreos 11:30?
Cuando Dios está a punto de hacer algo nuevo en nuestra vida, posiblemente nos lleve a Jericó, porque tal vez deba enseñarnos que el poder para triunfar no proviene de nuestras fuerzas y estrategias. Todo lo que necesitamos está fuera de nosotros. Por lo tanto, no importa lo que haya frente a nosotros, no importa cuán insuperable pueda parecer, nuestra función es alabar a Dios, la Fuente de todo lo que necesitamos. Eso es fe en acción.