“Mas el fruto del Espíritu es [...] paciencia” (Gál. 5:22).

EL DIOS DE LA PACIENCIA

domingo 4 de septiembre, 2022

Lee Romanos 15:4 y 5. ¿Qué encontramos en estos versículos?

Normalmente nos impacientamos por cosas que realmente queremos o que nos han prometido pero que todavía no tenemos. A menudo solo quedamos satisfechos cuando conseguimos lo que anhelamos. Y, debido a que rara vez obtenemos lo que queremos y cuando lo queremos, esto implica que a menudo nos irritamos y perdemos la paciencia. Y, cuando estamos en este estado, es casi imposible mantener la paz y la confianza en Dios.

Esperar es doloroso por definición. En hebreo, una de las palabras para “esperar pacientemente” (Sal. 37:7) proviene de otro vocablo que puede traducirse como “estar muy dolorido”, “sacudirse”, “temblar”, “estar herido”, “estar triste”. Aprender a tener paciencia no es fácil; a veces es la esencia misma de lo que significa estar en el crisol.

Lee Salmo 27:14; 37:7; y Romanos 5:3 al 5. ¿Qué nos transmiten estos versículos? ¿Hacia dónde conduce la paciencia?

Mientras esperamos, podemos concentrarnos en una de dos cosas. Podemos enfocarnos en las cosas que esperamos o en Aquel que tiene esas cosas en sus manos. Lo que marca la diferencia cuando esperamos algo no es tanto el tiempo que tenemos que esperar, sino nuestra actitud mientras esperamos. Si confiamos en Dios, si hemos puesto nuestra vida en sus manos, si le hemos entregado nuestra voluntad, entonces podemos confiar en que él hará lo mejor por nosotros cuando sea mejor para nosotros; aunque a veces resulte difícil creerlo.

¿Qué estás esperando con ansias? ¿Cómo puedes aprender a esperar en Dios y en sus tiempos? Ora para lograr una actitud de total entrega y sumisión a Dios.