“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:24).
MORIR COMO UNA SEMILLA
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Filipenses 2:5-9; Romanos 12:1, 2; 1 Samuel 2:12–3:18; 13:1-14; Zacarías 4:1-14.
La ilustración de Jesús de un grano de trigo que muere es una analogía fascinante de nuestra sumisión a la voluntad de Dios. En primer lugar, cae. El grano que cae de la espiga no tiene ningún control sobre dónde o cómo caerá al suelo. No tiene control sobre el suelo que lo rodea y que luego lo cubrirá.
En segundo lugar, espera. Mientras el grano permanece en la tierra, no sabe qué le deparará el futuro. No puede “imaginarse” cómo será la vida en el futuro, porque es solo un grano de trigo.
En tercer lugar, muere. El grano, probablemente, no podrá convertirse en espiga a menos que abandone su situación cómoda y segura como grano. Debe “morir”; es decir, debe renunciar a lo que siempre ha sido antes, una semilla, para poder transformarse en una planta que produzca frutos.
Un vistazo a la semana: Si sabemos que la voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, ¿por qué nos cuesta tanto aceptarla? ¿Qué ejemplo de sumisión nos ha dejado Cristo? ¿De qué manera comprendes que se aplica a tu vida la analogía del grano de trigo?