"¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones" (Isa. 14:12).
LA PROPAGACIÓN DE LA INCREDULIDAD
Lee Apocalipsis 12. ¿Qué enseña este capítulo sobre la propagación de la rebelión desde el cielo hasta la Tierra?
La caída de Lucifer no fue una simple confrontación de ideas contradictorias. Apocalipsis r2 nos dice que estalló una gran guerra en el cielo entre Lucifer y sus ángeles por un lado, y Cristo y sus ángeles por el otro. En este pasaje, a Lucifer se lo llama "el gran dragón", la "serpiente antigua", el "diablo y Satanás" y "el acusador de nuestros hermanos" (Apoc. 12:9, 10). A Cristo se lo llama "Miguel" (Apoc. 12:7), que significa "Quién es como Dios".
Algunos intérpretes se basan en la alusión al "arcángel Miguel" (Jud. 9) para afirmar que es solo un ser angelical. Pero, en el libro de Daniel, cada visión importante culmina con Cristo y su Reino eterno: como la piedra cortada no con mano (Dan. 2:34, 45); el Hijo de hombre (Dan. 7:13); el Príncipe de los ejércitos y el Príncipe de los príncipes (Dan. 8:11, 25); y como Miguel, el gran Príncipe (Dan. 12:1). Por lo tanto, como el Ángel de Jehová es Dios mismo (Éxo. 3:1-6; Hech. 7:30-33; etc.), Miguel debe ser la misma Persona divina; es decir, Cristo mismo.
Apocalipsis r2 ofrece una descripción general de este conflicto vigente, que (1) comenzó en el cielo con la rebelión de Lucifer y un tercio de los ángeles celestiales, (2) culminó con la victoria decisiva de Cristo en la Cruz, y (3) aún continúa contra el pueblo remanente de Dios del tiempo del fin.
Al reflexionar sobre el comienzo de este conflicto, Elena de White explica que, "en su gran misericordia, Dios soportó pacientemente a Lucifer por mucho tiempo. Este no fue expulsado inmediatamente de su puesto elevado cuando se dejó arrastrar primero por el espíritu de descontento, ni tampoco cuando empezó a presentar sus falsos asertos ante los ángeles leales. Fue retenido por mucho tiempo en el cielo. Varias y repetidas veces se le ofreció el perdón con la condición de que se arrepintiese y sometiese" (CS 549, 550).
No sabemos cuánto duró esa guerra en el plano celestial. Al margen de su intensidad y duración, el aspecto más importante de toda la lucha es que Satanás y sus ángeles "no prevalecieron, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo" (Apoc. 12:8; ver también Luc. 10:18). El problema ahora, por supuesto, es que vinieron aquí, a la Tierra.
■¿Cómo podemos ver la realidad de esta batalla que se desarrolla en la Tierra? ¿Cuál es nuestra única esperanza de vencer a nuestro enemigo en esta batalla?