“Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito [...] pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir” (Heb. 11:17, 19).
“DE LOS ABISMOS DE LA TIERRA”
Lee Salmo 71. ¿Qué quiso decir el salmista cuando le pidió a Dios que lo levantara “de los abismos de la tierra” (Sal. 71:20)?
En Salmo 49 encontramos una conmovedora expresión de esperanza en la resurrección, en contraste con la falsa seguridad del necio, que confiaba en su riqueza. En Salmo 71, el salmista busca seguridad y esperanza en Dios mientras está rodeado de enemigos y acusadores falsos que dicen que Dios lo ha abandonado (Sal. 71:10, 11).
En medio de las pruebas, el salmista encuentra consuelo y seguridad al recordar cómo Dios lo cuidó en el pasado. En primer lugar, se da cuenta de que Dios lo sostuvo desde que nació e incluso desde que lo sacara del vientre de su madre (Sal. 71:6). Luego, reconoce que Dios le enseñó desde su juventud (Sal. 71:17).
Con la certeza de que Dios era su Roca y su Fortaleza, el salmista le suplica: “Sé para mí una roca de refugio, adonde recurra yo continuamente” (Sal. 71:3). “No me deseches en el tiempo de la vejez. Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares” (Sal. 71:9). “Oh Dios, no te alejes de mí; Dios mío, acude pronto en mi socorro” (Sal. 71:12). Y luego el salmista agrega: “Tú, que me has hecho ver muchas angustias y males, volverás a darme vida, y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra” (Sal. 71:20).
La expresión “de los abismos de la tierra” podría entenderse literalmente como una alusión a la futura resurrección física del salmista. Pero el contexto parece favorecer una descripción metafórica de la condición de profunda depresión del salmista, como si la Tierra se lo estuviera tragando (comparar con Sal. 88:6; 130:1). Por lo tanto, podríamos decir que, “aunque básicamente se trata de lenguaje figurativo, también contiene una sugerencia de resurrección física” (BEA, nota sobre Sal. 71:20).
En definitiva, lo importante es captar que, sea cual fuere nuestra situación, Dios está allí, tiene interés y, en última instancia, nuestra esperanza no se encuentra en esta vida, sino en la vida venidera: la vida eterna que tenemos en Jesús después de nuestra resurrección, a su regreso.
Todos hemos tenido terribles momentos de desánimo. Sin embargo, el hecho de enfocarte en las formas en que Dios estuvo contigo en el pasado, ¿cómo puede ayudarte a seguir adelante con fe y confianza en los momentos en que él aparentemente está muy lejos?