“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11:25, 26).

LA RESURRECCIÓN DE MOISÉS

domingo 23 de octubre, 2022

Lee Judas 9 y Lucas 9:28 al 36. ¿Qué evidencias encuentras de la resurrección corporal de Moisés en estos pasajes?

Algunos padres de la Iglesia Griega de Alejandría argumentaron que, cuando Moisés murió, se vieron dos Moisés: uno vivo en el espíritu; otro muerto en el cuerpo. Un Moisés que ascendió al cielo con los ángeles; el otro, enterrado en la tierra (ver Orígenes, Homilías sobre Josué 2.1; Clemente de Alejandría, Stromata 6.15.) Esta distinción entre la hipótesis del alma y la sepultura del cuerpo podría tener sentido para quienes creen en el concepto griego del alma inmortal, pero esa idea no figura en la Biblia. Judas 9 confirma la enseñanza bíblica de la resurrección del cuerpo de Moisés, porque la disputa era sobre “el cuerpo de Moisés”, y no sobre ninguna presunta alma sobreviviente.

Deuteronomio 34:5 al 7 nos dice que Moisés murió a los 120 años de edad y que el Señor lo enterró en un lugar escondido en un valle de la tierra de Moab. Pero Moisés no permaneció mucho tiempo en la tumba. “Cristo mismo, acompañado por los ángeles que enterraron a Moisés, descendió del cielo para llamar al santo que dormía. [...] Por primera vez Cristo iba a dar vida a uno de los muertos. Cuando el Príncipe de la vida y los ángeles resplandecientes se aproximaron a la tumba, Satanás temió perder su hegemonía. [...] Cristo no se rebajó a entrar en controversia con Satanás. [...] Pero Cristo confió todo a su Padre, diciendo: ‘¡El Señor te reprenda!’ (Jud. 9). [...] La resurrección quedó asegurada para siempre. Satanás fue despojado de su presa; los justos muertos volverían a vivir” (PP 511, 512).

Una clara evidencia de la resurrección de Moisés se encuentra en la Transfiguración. Allí apareció Moisés con el profeta Elías, quien había sido trasladado sin ver la muerte (2 Rey. 2:1-11). Moisés y Elías incluso dialogaron con Jesús (ver Luc. 9:28–36). “Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén” (Luc. 9:30, 31). La aparición de Moisés, prueba de la futura victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, se describe aquí en términos inequívocos. Fueron Moisés y Elías, no sus “espíritus” (a fin de cuentas, Elías no había muerto), quienes se aparecieron a Jesús allí.

A Moisés no se le permitió entrar en la Canaán terrenal (Deut. 34:1-4), pero fue llevado a la Canaán celestial. ¿Qué enseña esto acerca de que Dios “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efe. 3:20)?