“Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apoc. 1:17, 18).

“HA RESUCITADO”

lunes 7 de noviembre, 2022

La victoria de Cristo sobre Satanás y sus poderes malignos se logró en la Cruz y se confirmó con la tumba vacía. “Cuando Jesús estuvo en el sepulcro, Satanás triunfó. Se atrevió a esperar que el Salvador no tomase su vida de nuevo. Exigió el cuerpo del Señor, y estableció su guardia alrededor de la tumba procurando retener preso a Cristo. Se airó acerbamente cuando sus ángeles huyeron al acercarse el mensajero celestial. Cuando vio a Cristo salir triunfante, supo que su reino tendría fin y que él finalmente moriría” (DTG 742). Y, aunque la humanidad de Cristo murió, su divinidad no falleció. En su divinidad, Cristo poseía el poder de romper las ataduras de la muerte.

Lee Mateo 28:1 al 6; Juan 10:17 y 18; y Romanos 8:11. ¿Quién se involucró directamente en la resurrección de Jesús?

Durante su ministerio en Samaria-Perea, Jesús declaró que él mismo tenía poder para deponer su vida y volverla a tomar (Juan 10:17, 18). A Marta, le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:25). Otros pasajes hablan de su resurrección como un acto de Dios (Hech. 2:24; Rom. 8:11; Gál. 1:1; Heb. 13:20). Incluso un poderoso ángel del Señor participó de ese glorioso acontecimiento (Mat. 28:1, 2).

Mientras tanto, Mateo 28:11 al 15 revela los esfuerzos inútiles y necios de las autoridades para seguir luchando contra Jesús. La guardia romana atestiguó a los dirigentes sobre “todas las cosas que habían acontecido” (Mat. 28:11). En este relato está implícita la idea de que los guardias vieron la resurrección. Si no fuese así, ¿qué sentido tendrían sus palabras? ¿Un ángel descendió del cielo, movió la piedra, se sentó sobre ella y los guardias perdieron el sentido? ¿Lo siguiente que recuerdan es que la tumba está vacía? ¿Quizá, mientras los romanos estaban inconscientes, el ángel se llevó el cuerpo de Jesús? ¿Tal vez fueron los discípulos? ¿O algún otro lo robó? Sea como fuere, el cuerpo de Jesús, obviamente, no estaba.

El ángel que descendió del cielo, los hombres desfallecidos del susto y la tumba vacía habrán sido bastante desconcertantes para los dirigentes religiosos. Pero el hecho de que les hayan dado “mucho dinero a los soldados” (Mat. 28:12) para mantenerlos callados implicaba que todo lo que los soldados les contaron los perturbó profundamente. Y lo que narraron, por supuesto, era la resurrección de Jesús.

Algunos se burlan de la idea de que los primeros que vieron al Cristo resucitado hayan sido los romanos. ¿Por qué? ¿En qué medida esta verdad es un símbolo de lo que vendría: que el evangelio también llegaría a los gentiles?