“Examinadlo todo; retened lo bueno” (1 Tes. 5:21).
EL FUEGO DEL INFIERNO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Marcos 9:42–48; Malaquías 4:1; Judas 7; 1 Timoteo 2:5; Hechos 2:29, 34, 35; 1 Juan 5:3–12.
El poeta italiano Dante Alighieri (1265-1321) escribió su famosa obra La divina comedia, que trata de un viaje ficticio del alma después de la muerte. El alma va al infierno en el interior de la Tierra; o al purgatorio, donde el espíritu humano puede purificarse y hacerse merecedor de ascender al cielo; o al paraíso, a la presencia de Dios mismo.
Aunque solo es ficción, una obra literaria, el mensaje de Dante terminó teniendo muchísima influencia en la teología cristiana, especialmente en la teología católica romana. La noción básica de que el alma inmortal va al infierno, al purgatorio o al paraíso es fundamental para esa iglesia. Muchas confesiones protestantes conservadoras también creen en un alma inmortal que, después de la muerte, asciende al paraíso o desciende al infierno. De hecho, si el alma humana nunca muere, entonces tiene que ir a algún lugar después de que muere el cuerpo. En resumen, una falsa interpretación de la naturaleza humana ha llevado a terribles errores teológicos.
Esta semana nos ocuparemos de algunas de estas teorías no bíblicas, así como de la cosmovisión bíblica de lo que sucede después de la muerte.